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QUE «E N S E Ñ A » TRENTO SOBRE E L . 247 la actualidad— , deberá pensar que dicha «devota obediencia» podría ser menos laudable, por el hecho de que se corre el claro riesgo de comprometer al Magisterio en favor de opiniones teológicas persona­ les; o de «instrumentalizarlo», para dotar a su tesis de seguridades que en el estado actual de la ciencia teológica, se juzgan discutibles y discutidas. 10) El teólogo que, como consecuencia del anterior ensayo de reinterpretación, no esté ya convencido de la tesis del p. or., — debe aceptar en toda su dureza el «onus probandi»: debe pro­ bar la solidez de sus afirmaciones frente a la tradición secular de la teología y de la Iglesia, que le es adversa. — Contra él no deberán utilizarse frases como «anatema-hereje- gravemente desobediente al Magisterio de la Iglesia-peligroso para la ortodoxa confesión de la fe». Ni siquiera en la acepción puramente objetiva impersonal, de los términos. Serían estas ¡palabras mayores!, a las cuales no damos calificativo moral ninguno; pero que, a estricto nivel de honrada investigación teológica, sí que son anticientíficas, críticamente incorrectas, irrazonables. Baste decir, si se quiere, que se trata de una reinterpretación equivocada, indemostrada, débilmente fundada, infundada. 11) Tal vez podría parecer una «precaución ociosa», pero insisti­ mos en esto: todas y cada una de los enunciados y afirmaciones hechos en este trabajo no pueden tener más valor que el modesto y sobrio valor científico-teológico, de investigación crítica personal, de manifes­ tación de una opinión sobre un problema extremadamente polémico en la teología actual. La certeza científica que podríamos desear para nuestra tesis, tiene el tamaño exacto de los argumentos históricos y racional-teológicos que hemos podido ofrecer al lector. 12) Cuando una reinterpretación científico-crítica de un texto pa­ rece incorrecta y limitada, de esta imperfección sólo puede ser liberada, en primera instancia, por otra mejor interpretación crítica. A ella que­ da invitado el lector que discrepe de nosotros; ya que estamos casi en los comienzos de una discusión difícil sobre un tema que se presenta muy duro y «endiablado». El progreso de la teología resulta inestable, no cala en la comunidad creyente, mientras no surja como resultado de una comunidad de esfuerzos: theologus unus, theologus nullusl, cabría decir, en paralelismo con la frase: Un cristiano solo, no es ningún cristiano.

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