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2 4 4 ALEJANDRO DE VILLALM ON TE para conseguir la meta deseada. Ante un pluralismo teológico existente -— entonces y ahora— el Tridentino «utiliza» una determinada teolo­ gía. Pero no hay indicios de que la otra teología no utilizada por él, no sea apta. Pudiera incluso ser la única opción justificable, dado el cambio de perspectiva en que hoy se plantea el problema de fondo: el modo de entender y explicar el Kerigma del NT sobre Cristo Re­ dentor. 5) Nos parece que podrá ser de gran utilidad para la mejor re­ interpretación del texto y luego para la comunicación didáctica y expo­ sitiva de los resultados, el haber calificado el texto de Tr. sobre el p. or. como un «precepto doctrinal». Con ello se obtienen estas conse­ cuencias: aa) Negativamente : no consta que el Tridentino (en este decreto) haya querido proponer una definición ex cathedra, interponiendo a favor de la doctrina del p. or. su máxima autoridad doctrinal. No define esta doctrina como verdad revelada por Dios, contenida en las Fuentes; por tanto, no la propone como dogma, en el sentido hodierno de la palabra. Nada dicen contra esta interpretación el hecho de que el Tridentino use en el texto (o en las deliberaciones) palabras-clave como «anatema- herejía», «fe-dogma». Hay que cuidarse de todo uso anacrónico del lenguaje, en materia tan importante. Así pues, el Tridentino sí que «dice» con claridad que el hombre nace en «pecado original»; pero no lo «enseña». bb) Positivamente hay que afirmar: ya que el texto de Tr. con­ tiene un «precepto doctrinal», ciertamente grave y saludable (pero no más), queda abierta la posibilidad de que, cambiada la «circunstancia vital» en que tal precepto fue promulgado, éste pierda su vigencia como tal, dentro de la nueva circunstancia en que el creyente actual puede encontrarse. cc) Entonces cobra significado la conclusión que proponíamos — bá­ sica en toda nuestra exposición y para nuestro modo de comunicarla con los lectores— : si alguno con presupuestos, mentalidad e intenciona­ lidad pelagiana (o luterana) negare el "pecado original”, cae en "ana­ tema-herejía” (porque desobedece, contumaz, a la Iglesia), y peca con­ tra la fe, suya personal, y contra la fe de la comunidad creyente (pues no confiesa rectamente el dogma de la Redención de Cristo). Pero, si alguno negare el "pecado original”, alejado de todo presupuesto, men­ talidad, intencionalidad pelagiana (-0 luterana), no se le puede tachar

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