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QUE «E N S E Ñ A » TRENTO SOBRE E L . 237 eterna; ni para explicar la radical impotencia soteriológica del hombre para obtener la salvación-vida eterna (para salvar la necesidad de gracia- redención); ni para explicar en su recto sentido determinados pasajes de la Escritura, v. gr., Gn 2-3 y Rm 5, 12-21. A esta carencia de razo nes positivas habría que añadir la presencia y urgencia de dificultades nuevas que en el horizonte mental de Tr. o no aparecían en absoluto o se presentaban bajo otra forma. Por lo que se refiere a la vertiente volitiva-valorativa del proceso es ya una consecuencia: a) se ve como posible la negación del p. or. alejados de cualquier presupuesto, mentalidad e intencionalidad pelagia- na (-luterana); b) no se ve qué valor religioso espiritual pueda tener el seguir confesando esta verdad; ni qué necesidad haya de dicha con fesión para salvaguardar el Kerigma del NT sobre Cristo Redentor. Un teólogo de nuestros días, situado en la «circunstancia vital» que acabamos de describir, ¿qué motivos razonables o qué obligación puede tener de seguir afirmando la existencia del «pecado original»? 9. En el mismo sentido, dentro de la misma fe Los investigadores y usuarios de la nueva hermenéutica conciliar insisten en que toda reinterpretación debe mantener, como principio básico, la continuidad de la fe dentro de la diversidad de interpreta ciones. «La continuidad de la fe está amenazada por dos costados: el fixismo y la ruptura, la mera repetición del pasado y la desvincula ción del mismo, el "conservadurismo” y el "progresismo” a ultranza»60. J. M. Rovira hace suyo un similar criterio hermenéutico tomado de C. Molari: «La hermenéutica debe recuperar el sentido profundo de las fórmulas y éste es precisamente el objeto de su investigación » 61. Algún lector pensará que nuestra «reinterpretación» de Tr. no evita suficien temente el peligro de ruptura; que abandonamos al concilio en un punto que una lectura sin prejuicios y la interpretación usual señalan indu dablemente como contenido sustancial del texto: la afirmación de la teología de Adán y del p. or. en todo hombre descendiente de Adán. Con este abandono se da la impresión de que los cánones tridentinos «de peccato originali» en realidad ya no dicen nada de interés para el creyente de hoy día. Podríamos (por hipótesis) prescindir de aquella 60. R . S ánchez C hamoso , Una hermenéutica para la lectura actualizadora de la tradición cristiana, 398. 61. J. M. R ovira B elloso , Trento, 64.
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