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QUE «ENSEÑA» TRENTO SOBRE EL. 173 expresa merece el estudio de /. M. Rovira Belloso sobre «El pecado original según el concilio de Trento. Estudio de interpretación del dog ma» 9. Tiene el acierto inicial de darse cuenta de que la actual lectura de Tr. hay que hacerla desde nuevos principios hermenéuticos, expues tos por el autor al comienzo de su obra. Tras el breve comentario histórico llega a proponer, en apéndice final, la «síntesis y reinterpre tación» personal del texto conciliar (pp. 145-152). En este momento el prof. Rovira Belloso nos decepciona, pues se queda a medio camino en la búsqueda de la nueva «hermeneusis», que inició con buen pie. En sustancia, se queda en una exégesis claramente tradicional. La re formulación se refiere a aspectos periféricos, hoy ya insostenibles. Pues mantiene la historicidad sustantiva de Adán, del estado de justicia original, entendida en la forma anselmiana (la más tolerable entre las antiguas), el pecado privilegiado originante del p. or., cuya naturaleza concibe al modo anselmiano. Terminando con la exaltación de Cristo redentor y del bautismo, como no podía ser menos, siguiendo a Tr. en lo que éste «enseña» como perteneciente a la fe. El prof. Rovira es un testimonio de la fuerte resistencia que una interpretación realmente nueva de Tr. encuentra incluso entre los estu diosos mejor preparados e intencionados. Esperemos la pronta supera ción de esta tradicional resistencia. A ello querríamos contribuir con este trabajo. C. ha tarea que ahora asumimos nos parece bien precisada después de la anterior información .—Tarea tan importante como ardua: deter minar, con el método científico crítico más adecuado, cuál es la «ense ñanza» dogmática de Tr. respecto al p. or.; aquélla a favor de la cual ha interpuesto él su infalibilidad doctrinal y que, por tanto, hay que mantener perennemente como perteneciente a aquella fe sin la cual nadie puede salvarse. La palabra «enseñar» la vamos a entender en toda esta discusión en su acepción más técnica, utilizada por los hermeneutas de los últi mos años; especialmente cuando la contradistinguen del «decir» sim ple, o de la comunicación meramente narrativa e incomprometida de una convicción. Los textos de la Escritura, como los del Magisterio Z . A l sze g h y , Pecado del mundo y pecado original, en De la fe a la teología (colaboración), Barcelona 1977, 101 s. 9. En RevCatTeol 1 (1976) 183-230. Posteriormente en su obra, Trento. Una interpretación teológica, Barcelona 1979, 101-52.
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