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QUE «E N S E Ñ A » TRENTO SOBRE E L . 233 Tal vez nos hemos demorado un poco en esta argumentación. Pero no nos hemos apartado de nuestra finalidad: lograr una reinterpreta­ ción del texto tridentino. Dada la «jerarquía de verdades» que en el texto tridentino se manifiesta, podemos decir que hay que salvaguardar, sin posible relativización, la verdad de primera categoría: la necesidad de la redención en la dimensión trilateral mencionada. Aunque este Kerigma sustantivo del NT puede formularse en proposiciones variadas, pero en cuanto a lo dicho, al «effatum», no caben diferencias objetivas. En algún menor grado vale lo mismo para la afirmación eclesiológica- sacramental. Pero cuando el Tridentino tiende a decir y dice (en la afirmación tercera y cuarta) que la impotencia soteriológica (y la nece­ sidad de gracia-redención) provienen del hecho de estar la humanidad en «pecado original», hay que contar con otras explicaciones teológicas distintas, razonables, válidas: aquella que busca la raíz de la incapa­ cidad soteriológica (-necesidad de gracia-necesidad de redención) no en el hecho histórico, empírico, de índole moral, cual es la caída origi­ naria y la situación de p. or.; sino que la descubre en la sobre-exce­ lencia ( -sobrenaturalidad ) de la vida eterna a la cual está destinado el hombre, pero que se incapaz de alcanzar. 8. Génesis psicológica del precepto tridentino sobre el pecado original No podemos referirnos ahora el proceso exterior, histórico, que culmina en los decretos tridentinos sobre el p. or. Podemos remitirnos a los historiadores de este dogma. Ahora queremos hacer una rápida alusión al proceso interior: psi­ cológico, espiritual, intelectivo-volitivo, mediante el cual Tr. llegó a promulgar su «precepto doctrinal» sobre el p. or. Por tratarse de un «precepto doctrinal», es claro que ha de ser el resultado de un doble proceso espiritual: noético y volitivo, íntima­ mente complicados, como es patente. Por contener una «doctrina», el texto tridentino implica un proceso noético, gnoseológico; por ser un «precepto», implica una vertiente y proceso volitivo, afectivo, deci­ sional. podemos hacerlo ahora. Podemos referirnos a los estudios citados en nota 40. En todo caso quede claro nuestra postura: afirmación de la radical incapacidad soteriológica del hombre (y la co-afirmación de la necesidad de la gracia y de la Cruz de Cristo, que son inseparables); pero sin recurso a la teoría del «pecado original» (originante-originado) como auxiliar para explicar dicha incapacidad en el hombre. Que el p. or. ce nos imponga no como teoría explicativa, sino como hecho real, afirmado en la Escritura, lo hemos excluido en varias ocasiones.

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