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224 ALEJANDRO DE V ILLALM ON TE pacidad soteriológica radical e insuperable de todo ser humano. En este momento surge inevitable la pregunta — al menos para el teólogo de hoy— : ¿es necesaria esa mediación de la tesis del p. or.} ¿No podría obtenerse una perfecta explicación de la necesidad absoluta de la gracia de Cristo — de la verdad que en el fondo interesa— sin recurrir a la ayuda de la teoría del p. or .? Para ello habría que estu­ diar antes: ¿es posible reafirmar con nitidez la radical incapacidad so­ teriológica del hombre sin recurrir al hecho histórico de la caída ori­ ginaria y del pecado original originado? Trataremos en seguida de dar la respuesta, que será afirmativa. B. Afirmación eclesiológica-sacramentológica. — La constituye el he­ cho de la afirmación del bautismo administrado por la Iglesia como me­ dio indispensable para concretizar, hacer realidad en la historia per­ sonal de cada hombre, la obra redentora de Cristo. Y por cierto en la triple dimensión estudiada: para vencer la radical incapacidad sote­ riológica (creada por el p. or., según Tr.), para recibir el nuevo ser que confiere la gracia y para que se apliquen los méritos de la Cruz, fuente originaria de salvación. La superación de la incapacidad sote­ riológica, la concesión de la gracia y la aplicación de los merecimientos de la Cruz, podría Dios otorgarlos al hombre, en absoluto, sin la me­ diación del sacramento y de la Iglesia. Pero Tr. se atiene al proceso ordinario y común que Dios sigue en la «economía» de su gracia, según aparece en el NT. La explicitación de la vertiente sacramental de la obra redentora de Cristo era necesario hacerla en tiempos de Tr. También aquí estaba el concilio en presencia de errores viejos y nuevos. Los pelagianos no contaban con el bautismo como medio para superar la radical incapa­ cidad soteriológica, que ellos no admitían. El bautismo se confiere a los niños no para perdonarles pecado alguno, sino para que puedan entrar en el reino de los cielos (leyendo falsamente a Jn 3, 5). Afir­ mación que repercutía desfavorablemente en toda su doctrina de la gracia y de la redención. Los luteranos también desvirtuaban el bau­ tismo como instrumento de la eficaz redención de Cristo. Primero, por su teoría general sobre los sacramentos, y luego, en el caso concreto, porque el bautismo no era, en realidad, eficaz para superar la nada soteriológica proveniente del p. or., de la concupiscencia radical. Ni tenía virtud para transformar internamente al hombre confiriéndole un nuevo ser en Cristo.

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