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220 ALEJANDRO DE V ILLALM ON TE a) desobedece gravemente a la Iglesia y cae bajo anatema; b) atienta contra la vida religiosa cristiana (individual y comunitaria). Pero, como todos los enunciados humanos (sin exceptuar los de TV.), caen bajo la ley de la finitud, historicidad y correlatividad del humano lenguaje, es indispensable añadir: cae bajo anatema y pone en peligro su fe si niega el p. or. en la "circunstancia vital” en que Tr. prohíbe dicha negación. No en otra, de suyo. 4) La «circunstancia vital» en que Tr. impuso el precepto de afirmar la doctrina del p. or. viene determinada, en sustancia, por estas dos coordenadas: a) una negativa-polémica: los presupuestos, mentalidad e intencionalidad pelagiana (y en su tanto luterana) de los negadores; b) otra más positiva: la necesidad de salvaguardar la sustancia del Kerigma neotestamentario de Salvación. Fuera de esta «circunstancia vital» el precepto de Tr., de suyo, no tiene vigencia, porque le faltan las condiciones constitutivas de posibilidad en las cuales se apoya su razón de ser en la intención misma del concilio. En realidad tampoco podía hablar el concilio sino es dentro de esta «circunstancia vital» concreta. 5) De aquí una última deducción que, en su formulación gramati­ cal lingüística, pudiera parecer una sutileza escolástica; pero que no lo es, si se tiene en cuenta lo estudiado anteriormente: Si alguno negare el p. or. con presupuestos, mentalidad e intencio­ nalidad pelagiana (o luterana, en su tanto) poniendo en peligro la recta confesión del Kerigma neotestamentario de Salvación, cae en ana­ tema y peca contra la fe. Pero si alguien, alejado de los presupuestos, mentalidad, intencionalidad pelagiana y sin poner en peligro el Kerig­ ma neotestamentario de Salvación negare el p. or., en modo alguno queda afectado por el "precepto doctrinal” de Tr. ni por el " anatema” con que se castiga a los negadores, ni pone en peligro su fe o la fe de la comunidad de los creyentes. Toda la cuestión se centra actualmente en demostrar que la «cir­ cunstancia vital», el horizonte intelectivo desde el que el teólogo de hoy ha de realizar su reflexión sobre el Kerigma salvífico del NT ha sufrido, realmente, este cambio radical con el que contamos. Cambio que, por lo demás, ha de mostrarse como más razonable, más en con­ formidad con las preguntas que el hombre de hoy hace al Mensaje de salvación y con las respuestas que de él espera. Este cambio radical de horizonte mental para realizar la nueva reflexión teológica sobre el Kerigma salvífico del NT es posible y real

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