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QUE «ENSEÑA» TRENTO SOBRE EL. 215 de Dios, sino del hombre; pero no «enseña» que la serpiente hable y tiente al hombre, aunque lo «dice», sin duda. Parece indudable que hay que aplicar al texto de Tr. la terminología que nos ocupa. 77. «dice» todas y cada una de las cosas (contenidos) que caen dentro de los enunciados o proposiciones que integran el de creto «de peccato originali». El lector puede desglosar estos enunciados y hacer recuento de las muchas cosas que Tr. «dice» sobre el tema de «el pecado original y su remedio». Pero la pregunta por lo que en rigor «enseña» Tr. en el mencionado decreto es ineludible. Antes de pasar adelante creemos necesario indicar que cabe admitir distinción entre un «dicho» del Tridentino y un «dicho» de la Escritura. Esta utiliza, en numerosos pasajes, estilos de expresión del todo populares e ingenuos; géneros literarios como la poesía, la parábola, la leyenda semi-histórica y semi-mítica. Dentro de tales formas de expresión los exégetas no tienen inconveniente en señalar los llamados «obiter dic ta», frases y afirmaciones que el autor recoge, relata sin comprometer se, propiamente, en lo que parecen decir tales frases ( relata refero). Se encuentra en la Biblia, sobre todo en el AT enunciados que son simples «decires» de la gente. Con más frecuencia se trata de meras narraciones, descripciones de acontecimientos, sin entrar en ninguna explicación reflexiva de los mismos. No se puede aplicar este estilo, en forma masiva e indeferenciada, a lo que Tr. «dice». Tr. habla un lenguaje muy cultivado, de gran precisión lingüística gramatical y de pensamiento; frases que son fruto de larga reflexión en común realizada por gente inteligente y experta. Por eso, no debemos hablar de dichos o decires de Tr., en el sentido banal y popular de la palabra. No contradice esa afirmación el hecho de que nos encon tremos con que el Tridentino habla un lenguaje primordialmente pastoral y práctico. Pero se trata, según dijimos, de una pastoral a nivel universal, allende los límites geográficos y mentales más propios de una pastoral popular, localista. Aunque con esto no evitamos la necesidad de distinguir (incluso en este lenguaje tridentino culto y reflexivo) entre lo que el texto «dice» y lo que «enseña». Suponemos que el lector cultivado sabe señalar por sí solo las numerosas verdades que Tr. «dice» sobre el p. or., en su complejidad y variedad de aspectos. Pero, ¿qué es lo que en rigor "enseña” el Tridentino sobre este tema? Es decir, ¿cuál es aquella intención do cente básica que da valor a lo que «dice» y que permanece siempre?
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