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QUE «ENSEÑA» TRENTO SOBRE EL. 209 E. Horizonte intelectivo de Tr. y el nuestro. —Como una especie de resumen y como aclaración de lo que acabamos de decir damos una visión panorámica del horizonte intelectivo en que se movía Tr. y de aquél en que ahora nos movemos nosotros. Así se percibirá mejor el cambio profundo realizado, y lo razonable y hasta inevitable que puede resultar buscar otra forma renovada de decir aquello que entonces se quiso decir. 1 . Comencemos por subrayar el hecho de que el teólogo de Tr. y el de ahora están unidos en una base común inconmovible, cuya re afirmación es la meta de toda ulterior explicación teológica. Nos refe rimos a la fe segura en el Kerigma de Salvación, tal como lo pro clama cada página del NT. Kerigma que nosotros hemos desglosado en aquella triple afirmación consustancialmente unida, cristológica (-so teriológica)-caritológica-antropológica. 2 . Para una explicación comunitaria y misionera de este Kerigma sustancial (en su triple dimensión) el Tridentino y nosotros tenemos a mano una pluralidad de vías teológicas, legítimas y aptas —por prin cipio— a su propio nivel. El pluralismo teológico era real en Tr. y más acusado entre nosotros. Según hemos dicho Tr. contaba con una teo logía hamartiológica y otra caritológica (referidas al tema que tratamos). Esto sin salirse de la teología occidental; ya que el Oriente tenía su propia teología, que fue menos tenida en cuenta. Tr. tomó una opción por el sistema teológico hamartiocéntrico. Veamos sus consecuencias y sus motivaciones. 3. Al optar por una perspectiva hamartiocéntrica el Tridentino no condenó otras perspectivas. Ni confiere a la elegida por él ningún favor o apoyo mayor en orden a posteriores discusiones intracatólicas al res pecto. En éste como en otros varios casos a lo largo de todo el con cilio. La decisión no fue fruto de ninguna reflexión consciente y crítica sobre el mayor valor de una opción teológica sobre la otra. Ni quiere decir que sea ella la mejor posible entonces mismo. Aunque sí conviene recordar que fue tenida y escogida por ser razonable y suficiente para el fin a obtener en aquella circunstancia y según la mentalidad domi nante entonces. si hubiese querido. Tal vez haya varias definiciones infalibles en sus decretos. Pero nos parece seguro que, en el decreto «de peccato originali» y en referencia a esta doctrina hoy en controversia, el Tridentino no tuvo lamás mínima inten ción de definirla como doctrina revelada por Dios, en forma infalible, ",con aque lla infalibilidad con que el Divino Redentor quiso dotar a su Iglesia” (DS 3074).
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