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170 ALEJANDRO DE VILLALMONTE no podría ser el que tradicionalmente se decía. Reexaminando el proble ma desde sus fundamentos bíblico-tradicionales, se llegó por muchos investigadores a la conclusión de que se hacía ya insostenible la «teo logía de Adán»; es decir, todas las afirmaciones tradicionales referen tes a la historicidad de Adán, a su estado de «justicia original», a su pecado siniestramente privilegiado para ser el originante de la ruina espiritual de la humanidad, del p. or. «originado». El primer paso seguro en esta dirección lo dieron los exégetas católicos, al negar el carácter propiamente histórico de la narración genesíaca sobre el paraí so (Gn 2-3) y al quitar, por ende, cualquier fundamento bíblico fiable a las elucubraciones posteriores sobre el estatuto teológico privilegiado del «primer hombre». Privada de fundamento bíblico real, la «teología de Adán» hubo de agarrarse a la tradición doctrinal de la Iglesia y, como cumbre de la misma, a los decretos del Tridentino. ¿Será este un asidero firme, resistente a la presión de las nuevas objeciones? Buen número de teólogos, aquellos que con mayor rigor científico estudiaban el problema, llegaron a la conclusión de que todo el com plejo de afirmaciones que llamamos «teología de Adán» no podría ya mantenerse ni siquiera bajo la tutela de la autoridad del Tridentino. En consecuencia, prescinden de ellas en sus ensayos de reformulación de la teoría tradicional del p. or. Sin temor de que, al proceder así, podrían contrariar la enseñanza auténtica del concilio al respecto: aque lla que ha de ser tenida como perteneciente a la sustancia de su Men saje y, por ello, perennemente obligatoria y valiosa para la vida cris tiana 4. Por fin se llegó a cuestionar la doctrina del p. or. en su núcleo sustantivo, hasta ahora tenido como perteneciente a la fe, incluso como dogma básico del cristianismo: la afirmación de que todo hombre, al llegar a la existencia, se encuentra en situación de pecado —propio y verdadero de cada individuo— , en estado de «pecado original». Pues 4. Desde una perspectiva bíblica la «teología de Adán» ha sido casi unáni memente abandonada por los últimos investigadores del tema: H. Haag, E. Haag, F. Raurell, C. Mielgo, S. González de Carrea, K. H. Schelkle. Varios de ellos niegan que la realidad misma del p. or. se contenga en la Biblia. Entre los teólogos sistemáticos recordemos a los propugnadores del «pecado del mundo» como sustituto del pecado de Adán, v. gr., H. Rondel, G. Martelet, P. Schoonen- berg. Otros lo hacen por diferentes motivos, como A. Vanneste, D. Fernández, A. de Villaimonte, ]. L. Ruiz de laPeña, E. Guttwenger, J. Verburg, M. Flick- Z. Alszegby. También investigadores como ]. Gross, P. Ricoeur. Para más deta llada y documentada información nos remitimos a nuestra obra, El pecado original, espec., pp. 516-21.
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