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204 ALEJANDRO DE VILLALMONTE mensional, integrada por tres vertientes imbricadas una en otra y com­ plementarias: vertiente cristológico-soteriológica, vertiente caritológica, vertiente antropológica. Pues bien, el horizonte mental (teológico) des­ de el que Tr. contempla esta verdad tridimensional es notoriamente distinto del que ahora nosotros adoptamos para explicar dicha verdad. La perspectiva tridentina era legítima entonces. Hoy día todavía la consideran legítima muchos teólogos, y estudian desde ella el tema del p. or. Pero la que nosotros adoptamos también era legítima en el tiem­ po de Tr. —estaba dentro de la riqueza integral, del acerbo teológico católico-universal— y en el presente ha ganado en posibilidades de ser aceptada. Tanto en sí misma, como por la mayor ventaja que, a juicio nuestro, posee para aclarar el problema del p. or., en la forma en que lo propone la hodierna teología católica, nos hemos decidido por ella. Efectivamente, Tr. contempla la obra redentora de Cristo desde una perspectiva hamartiocéntrica, ya que el motivo primordial de la encarnación, de la venida al mundo del Hijo de Dios y de su acción redentora es levantar al hombre caído, liberarlo del pecado en que está esclavizado por obra de Adán. Pero, en los tiempos de Tr. (y con mayor intensidad en los posteriores) hay una fuerte tendencia teo­ lógica católica que ofrece otra perspectiva para reflexionar sobre el tema del p. or. Perspectiva más primordialmente teocéntrica, latréutica, cari­ tológica. En ella el motivo primario de la encarnación, el efecto pri­ mero y siempre necesario de la acción redentora de Cristo no es liberar del p. or. (o de el pecado en general), sino glorificar al Padre con la «glorificación» del hombre, revistiéndole de la caridad, vista como participación en la vida divina. Caridad o gracia que también tiene la finalidad de preservar del pecado y, secundariamente (pero táctica­ mente siempre), implica la liberación del estado de pecado en que in­ curre, generalmente, el hombre histórico. Pues bien, si la acción sal­ vadora de Cristo se contempla en perspectiva primordialmente teocén- trica-latréutica-caritológica, entonces el pecado humano y menos el p. or. no es ya el correlato esencial, imprescindible, para salvaguardar la universalidad-eficacia de la redención, tal como parece verlo Tr. y la teología postridentina, hasta nuestros días. Al menos cuando estudia el tema del p. or. Puede, en conclusión, un teólogo de hoy no men­ cionar, no admitir el p. or. sin que por ello ponga en peligro la uni­ versal redención de Cristo; como pensó san Agustín y la teología cristiana hasta nuestros días, en la mayor parte de sus representantes.

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