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QUE «ENSEÑA» TRENTO SOBRE EL. 203 dia de Dios encuentra medios para crear una nueva oferta y oportu nidad, una nueva economía de salvación. La hemos calificado de dis continua porque implica una quiebra en el plan o decreto divino tras cendente de llevar a los hombres a la vida eterna. En su primera rea lización histórico-salvífica el proyecto divino estaba fundado sobre el hecho de la recapitulación de la humanidad en Adán, a cuyo destino sobienatural estaba ligado el de la humanidad entera. Caducado el pri mer Adán entra en acción el Segundo. Por este motivo hemos califi cado la lectura tridentina de la actual historia de salvación como ado leciendo también de un cristocentrismo fluctuante, de repuesto, «oca sional». Cristo no estaba previsto ni tenía función ninguna en la «eco nomía» paradisíaca, en la cual a hombres sin duda consustanciales a nosotros, pertenecientes a nuestra raza humana se les ofrecía la sal vación por otros medios; entre los cuales no entraba Cristo ni la «economía» societaria y sacramental fundada en El que ahora tenemos. Frente a esta lectura tridentina de la secuencia de la actual his toria de salvación, era posible ya entonces y con más claridad ahora, otra lectura más radical y consecuentemente cristocéntrica: porque Cristo es el fundamento de la creación y de la llamada del hombre a la v'ida eterna. En esta perspectiva no tiene sentido hablar de una «economía» adánica, paradisíaca, que no fuese exclusivamente también cristocéntrica. El Adán primero queda del todo desmitologizado y no hay más «Adán», más principio histórico de salvación que Jesús, el Cristo. La actual historia de salvación es, por ello mismo, radical y primordialmente caritológica: no pone como punto de arranque y gozne sobre el cual haya de girar el hecho de pecado (originario-originado) sino el hecho de la llamada a la vida, y de la posesión germinal, inicial, pero real de la gracia de Dios por todo hombre que llega a este mundo. Es una consecuencia del cristocentrismo total y consecuente antes alu dido. Con ello salvaguardamos la continuidad y unidad de actual his toria y del único proyecto divino de salvación basado desde el prin cipio en Cristo y nunca en Adán; cuya figura desmitificó y «despres tigió» Pablo en Rm 5, 12-21 a beneficio del Segundo-Unico Adán, Je sucristo. Aunque no todos reconocen la intención de Pablo en este pasaje. Otro factor que relativiza y limita toda pretensión de absolutizar el texto tridentino, es el modo cómo él accede a la comprensión del misterio central del NT: la acción salvadora de Cristo. Para nuestro modo de ver este dogma básico del cristiano es una verdad tridi
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