PS_NyG_1979v026n002p0167_0248
QUE «ENSEÑA» TRENTO SOBRE EL.. 199 que se contempla el ser y el obrar del hombre. Este hecho, quiérase o no, ha originado un cambio cualitativo en los ojos con los que el teólogo del siglo xvi y el teólogo de hoy leen los textos bíblico-tradi- cionales sobre el p. or. Es normal y hasta inevitable que quede cons tancia de tal cambio en los nuevos textos con los que expresan su propia inteligencia del Kerigma neotestamentario de Salvación. Cada uno desde la «circunstancia vital» específica que le es propia. Vamos a corprobarlo en relación a los textos bíblicos referentes al p. or., indicando los presupuestos exegéticos en que los teólogos de Tr. los leían. Presupuestos del todo discutibles para el teólogo de la última mitad del siglo xx. B. El presupuesto de una exégesis bíblica discutible. —Una primera preocupación de los padres de Tr. al comenzar a tratar el tema del p. or. fue recopilar los textos bíblicos en que tal creencia podía apo yarse. El elenco es insostenible en buena exégesis. Quedan en pie úni camente los textos clásicos de Gn 2-3 y Rm 5, 12-21 en mutua inter dependencia, al menos hasta la aparición de la exégesis crítica de tipo científico38. Gn 2-3 no es citado en la redacción final del decreto. Pero parece fuera de duda que el can. 1 se apoya en la exégesis literal y precrítica de dicho pasaje. Tr. no tiene asomo de duda sobre la historicidad de Adán, de su estatuto teológico privilegiado, sobre la realidad del pe cado primero, originante de la ruina espiritual de la humanidad. En comparación con la frondosa teología medieval el concilio resulta so brio. Pero es seguro que mantiene lo sustantivo de dicha teología fundado en la Biblia y en la tradición. Ciertamente que la «biblicidad» de la teología de Adán no es objeto de enseñanza directa por parte del Tridentino. Pero es obvio que estaba convencido de la realidad de la misma, como lo había estado toda la tradición cristiana desde siglos y los mismos adversarios (luteranos y pelagianos), con quienes pole mizaba el concilio. Sólo desde esta firme creencia es comprensible históricamente el can. 1 y explicable su significado, su intención do cente básica. 38. Como es obvio no podía haber unanimidad entre los teólogos y padres a la hora de elencar los textos bíblicos «pro peccato originali». Leyendo las Actas de la sesión V parece que algunos veían el p. or. por doquier; confun diendo, a todas luces, pecaminosidad y pecado del mundo con el p. or. en sen tido técnico.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz