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198 ALEJANDRO DE VILLALMONTE cielo; que pudieran tal vez ser simples creaciones del espíritu humano como lo son aquéllas. La psicología profunda y el psicoanálisis llegan a plantear problemas similares desde su propio campo, la psicología experimental. La lectura psicoanalítica de los textos bíblicos que esta ban en discusión es, por principio, legítima. Y esta lectura, aunque no puecle agotar el contenido de los mismos, plantea nuevos pro blemas de comprensión a los teólogos, les empuja a ejercer una seria labor de limpieza en sus convicciones tradicionales, realizada desde sus propios principios cognoscitivos, desde sus propias fuentes de infor mación 36. Con más urgencia y proximidad planteaba nuevos problemas a la teología la concepción filosófica del hombre específica del pensamiento moderno, a partir del siglo xvn. La teoría del conocimiento estaba profundamente impregnada de subjetivismo, historicismo, perspectivis- mo que atienden, con primordial interés, a la correlatividad y circuns- tancialidad de la captación humana de la verdad, tan condicionada por el tiempo y espacio. Por otra parte, prevalece en la actualidad una concepción más personalista, existencial, del ser humano y de toda su actividad en el mundo. En este horizonte se reavivan viejas dificul tades contra la tesis del p. or., acrecentadas con otras más específica mente contemporáneas. El intenso personalismo hace dudar de la legi timidad de llamar «pecador» a un hombre con anterioridad a cualquier decisión personal y libre. Tampoco tolera el que se hable de un «pe cado hereditario», trasmitido por generación desde el comienzo hasta el final de la historia. La tendencia existencialista se resiste a admitir que un hecho tan lejano afecte al destino personal profundo de cada uno. El estudio de la dimensión societaria-comunitaria del ser humano ve con desagrado que se atribuya a un solo hombre originario la situa ción de empecatamiento general radical en que se encuentra la huma nidad entera. De nuevo aquí el personalismo-existencialismo-societaris- mo en la concepción del hombre no podrían eliminar, por sí solos y directamente, una vieja creencia teológica. Pero empujan a los teólogos a releer los textos bíblicos y tradicionales. En realidad provocan en ellos serias dudas y hasta negaciones sobre el modo cómo fueron interpretados tales textos hasta fecha reciente37. Una afirmación ha de quedar, pues, bien clara: que se ha verifica do un giro de noventa grados en referencia al ángulo de mira desde el 36. Ver A. d e V i l l a l m o n t e , o . c ., 186-90. 193-200. 200-8. 430s. 37. Id ., o . c „ 181-6. 190-3. 431. Cf. 388-92.
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