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QUE «ENSEÑA» TRENTO SOBRE EL. 197 mos a reducirlos a tres tipos básicos: 1 ) presupuestos de tipo cultural, humano, general; 2 ) presupuestos provenientes de una exégesis bí­ blica hoy inaceptable; 3) presupuestos derivados de un contexto teo- lógico-sistemático igualmente discutible34. A. Presupuesto de tipo cultural, humano, general. —Nos referimos a la «concepción del hombre» subyacente en el texto tridentino y que no podía menos de hacer impacto en el modo de concebir y expresar la relación del hombre al Misterio de Cristo. Esta «concepción del hombre» es pluridimensional, como lo es el camino por el cual el saber humanista moderno se acerca al estudio del enigma del ser humano. A un nivel inferior tenemos la contemplación del hombre desde la perspectiva de la ciencia física natural-biológica. En esta perspectiva los hombres de Tr. —como toda la cultura anterior al siglo xix— se movían en un horizonte mental dominado por el fijismo, por la visión estática acerca del origen del hombre. Un cambio radical de perspec­ tiva lo ha logrado la cultura moderna con el advenimiento del evolu­ cionismo científico aplicado al origen del hombre y de toda su actividad cultural: al proceso de la hominización y de la humanización. Pues bien, es conocido el impacto que la visión evolutiva sobre el origen del hombre provocó en la doctrina teológica sobre el p. or. Cierto, el evolucionismo-poligenismo antropológico que se iba imponiendo en nuestra explicación científica sobre el origen del hombre no era, de suyo, capaz de invalidar una tesis teológica. Pero también es seguro que provocó una reacción en cadena haciendo dudar a los teólogos del monogenismo teológico y luego de la «teología de Adán» toda entera. Presupuesto necesario del p. or. (originado), según la teoría tradicio­ nal 35. Mientras tanto surgían nuevas dificultades desde otras vertientes de la antropología humanista. El estudio de la historia de las religiones descubría en diversos pueblos narraciones equiparables a los textos bí­ blicos en que era apoyada la tesis del p. or. Esto hace sospechar a muchos que las narraciones bíblicas correspondientes no han caído del 34. D. F e r n á n d e z , Doctrina del concilio de Trento sobre el pecado original, en XXIX SemEspañTeol., Madrid 1970, 288-92. El autor habla de las «razones filosóficas - razones científicas - razones teológicas», que harían urgente una nueva representación de este dogma. 35. El interesado en seguir el desarrollo de esta controversia puede hacerlo en A. de V il l a l m o n t e , El pecado original. Veinticinco años de controversia, 22- 73, 144-46. 160-79. 428-30.

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