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QUE «ENSEÑA» TRENTO SOBRE EL. 193 mundo. Error antropológico que llevaba de hecho e imparablemente al error caritológico y al error cristológico antes señalados. A la inversa, Agustín tampoco comenzó por demostrar un interés directo en el tema del p. or. Lo utiliza como medio polémico y base argumentativa para defender la impotencia soteriológica del hombre, la necesidad absoluta de la gracia, la universalidad y eficacia interna de la Cruz de Cristo. La jerarquía pelagiana de errores, cuyo puesto más bajo ocupa el p. or., se trasforma en Agustín en una jerarquía de verdades cuyo más bajo rango ocupa también la afirmación del p. or. Para Lutero el punto de arranque psicológico y genético de sus errores al respecto, es la equivocación en la comprensión del Kerigma neotestamentario de salvación. Error que tiene raíz antropológica en la vivencia intensa y trágica de la impotencia soteriológica del hombre. El p. or. es la concupiscencia o egoísmo radical, cuya presencia vive el hombre en sí día por día, como un «peccatum permanens». Esta impotencia se trasforma en Lutero en una «nada soteriológica», en el aniquilamiento de toda posible cooperación humana en la obra de la salvación, a fin de dejar paso libre a la Sola Gratia, Solus Deus. Hay también en Lutero un rango o «jerarquía de errores»: Solus Deus- solus Christus-Sola fides, nada o aniquilamiento soteriológico del hom­ bre, en el sentido fuerte de la palabra. Y el tema del p. or. ¿dónde lo colocamos, si queremos seguir el pensamiento de Lutero ? El p. or. (originante + originado) es en Lutero una especie de etiología, una teoría subsidiaria para explicar el hecho de la nada soteriológica, cuya afirmación es para él de incomparable mayor relieve religioso-teológico. Porque, en efecto, la nada soteriológica del hombre histórico proviene de la corrupción radical existencial (ético-religiosa) de la naturaleza humana. Pero este empecatamiento o corrupción existencial no puede atribuirse al Dios cristiano. Ni siquiera al terrible Dios luterano. La Escritura ofrece una solución, en la medida de lo posible y sin querer eliminar el misterio: el pecado de Adán introduce aquella corrupción positiva, aquel empecatamiento radical, y «explica» la nada soterioló­ gica, que es lo que importa reafirmar para que triunfe sola la Gracia30. 30. El carácter subsidiario, circunstancial, que tiene la doctrina del p. or. en el conjunto de la dogmática protestante se demuestra por el hecho de que hoy día se ha superado, por la mayor parte, la teoría clásica (en referencia al p. ori­ ginante y al p. originado)-, y sin embargo sigue muy vigente la afirmación de la nada soteriológica del hombre, mantenida ahora por oíros caminos. Ver al res-

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