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QUE «ENSEÑA» TRENTO SOBRE EL. 191 meramente forense, Lutero ya no es sólo un agustiniano exacerbado, es un antigustiniano. El doctor de Hipona nunca tuvo ideas oscuras sobre el hecho de que el p. or. es realmente perdonado, o sobre la interna renovación del hombre por la gracia. C. La doctrina tridentina sobre el "pecado original” —en su doble cara antipelagiana y antiluterana— está motivada también por inquie­ tudes teológicas más fundamentales que es indispensable desvelar, sacar a plena luz para comprender y revalorizar todo el contenido del texto que tratamos de reinterpretar. En las discusiones preconciliares entre católicos y luteranos el tema del p. or. tuvo, en un primer momento, una importancia secundaria. A lo largo de la controversia se llegó a pensar (en varias ocasiones) que entre ambos contendientes no había diferencia infranqueable y que ambos partidos podrían llegar a suscribir una fórmula de concor­ dia en este tema. En el aula conciliar se oyó, entre otras, la voz del Senogalliensis (el obispo de Senogaglia), el cual no veía bien la prefe­ rencia que se le daba al tema del p. or., porque la diferencia entre católicos y luteranos en este punto era meramente de palabras: ellos dicen que tal pecado permanece después del bautismo, aunque no se imputa, y nosotros decimos que ni permanece ni se imputa29. Sin em­ bargo, el concilio en cuanto tal vio mejor el problema de fondo en sí y en sus complicaciones, y se distanció tajantemente de la postura luterana. Pero ¿por qué motivos radicales valoró tanto la cuestión y le dio la solución solemne que conocemos al tema del p. or .? Este tema llegó a obtener importancia en la controversia antilute­ rana y, por consiguiente, en el campo de mira del Tridentino, en forma más bien indirecta, aunque muy real y operativa: es una cues­ tión antecedente, concomitante y consiguiente el modo luterano de entender el Mensaje de salvación en su núcleo sustantivo, cual es la obra salvadora de Cristo y la nueva creación por El realizada. Con esta constatación llegamos a una conclusión muy similar a la propuesta 29. Para el diálogo previo luterano-católico al respecto ver L. P e n a g o s , La doctrina del pecado original..., 135-65; A. V a n n e st e , La préhistoire du décret du Concile de Trente sur le pécbé originel, en NouRevTheol. 86 (1964) 355-368; J. G r o s s , Entwicklungsgescbichte des Erbsündendogmas IV (1972) 84-118. En páginas anteriores expone la doctrina de los reformadores. La voz del Senogalliensis la recoge Severoli en su «Diario», ConcTrid. I, pp. 64, 45 s. Alguien, influenciado por el partido imperial, pensaba que no había controversia sobre p. or.; que ya era tema concordado en Ratisbona, ConcTrid. X, 479, 14.

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