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QUE «ENSEÑA» TRENTO SOBRE EL. 187 4. Por qué y cómo asume Trento el tema del pecado original Damos el primer paso hacia nuestra buscada «reinterpretación» de la doctrina de Tr. sobre el p. or. No hacemos ahora un «comentario» según el sentido indicado anteriormente. En primer lugar ya hemos recogido abundante material informativo e histórico (e incluso hemos sugerido algunas observaciones críticas) en nuestra obra sobre «El pe­ cado original», varias veces citada. Por otro lado, nada interesante podríamos añadir —en las pocas líneas disponibles— a lo que ya sabe­ mos por comentaristas e intérpretes como L. Penagos, A. Vanneste, F. Frost, D. Fernández, U. Baumann, J. Weismayer, ]. Gross, M. Flikc- Z. Alszeghy, J. M. Rovira Belloso 22 . Por último, y como hemos indi­ cado, la actividad del «comentarista» y la del «hermeneuta» van imbri­ cadas la una en la otra. Por ello en nuestra exposición aparecerán las noticias históricas e información indispensables para seguir la marcha de la reinterpretación, que es lo que interesa de forma temática ahora. A. Comenzamos por dibujar, a grandes trozos, la situación de la doctrina del p. or. a comienzos del siglo XVI. —Durante los siglos xiv y xv, y menos aún en los años inmediatamente precedentes a Tr., no era ése tema vivo en la conciencia religiosa de la comunidad cristiana. El optimismo renacentista iba impregnando la vida cristiana y liberán­ dola de la pesimista visión del hombre y de la historia, que es carac­ terística consustancial a la doctrina del p. or. en los momentos en los que ella ha logrado fuerte vigencia social. Fue Lutero quien puso al rojo vivo la discusión por los motivos que veremos en seguida. Sin buscar otra documentación, que ahora no precisamos, la lec­ tura de las Actas del concilio en la ed. Gorresiana nos convence de la persistencia en el mismo de varias escuelas y tradiciones teológicas intracatólicas en referencia al p. or. Como representante señero de la tendencia agustiniana más pura habría que señalar a J. Seripando23 . Este agustinismo más rígido había sufrido 22. L. P e n a g o s , La doctrina del peccdo original en el concilio de Trento, e n MiscComillas 4 (1975) 17-273; e s tu d io muy v a lio so para e l a sp e cto h istó rico y análisis d e l te x to en su orig e n y te n o r in m e d ia to . H. J ed in , Historia del con­ cilio de Trer.to, P a m p lo n a 1972, v o l. II, 145-89. P ara lo s o tr o s au tores v e r A. d e V il l a l m o n t e , El pecado original, e sp e c. 338-48; 500-10. J. M. R o v ir a fu e c ita d o en n o ta 16. 23. El pensamiento de Seripando lo conocemos bastante bien por el tratado de él publicado en ConcTrid. XII, 541-53. Ver el libro de G. Díaz citado en nota siguiente (Index, «Seripandus»),

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