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186 ALEJANDRO DE VILLALMONTE — Cuando se llega a la vida religioso-teologal de la comunidad de los creyentes es cuando entra directamente y de suyo en acción la labor hermenéutica del Magisterio respecto a la que se ofrece como «renovada interpretación». El Magisterio la juzga, de primera intención, desde su valio- sidad para fomentar la vida cristiana, desde el valor salvifico que contiene para la comunidad. Y desde aquí y, en forma consiguiente, pero real, puede llegar y llega a juzgar retrospectivamente el mismo proceso noètico, cognoscitivo y «técnico» del crítico e intérprete en su valor de tal inclu­ sive. La ortopraxis no lograda se erige en instancia crítica que retro-opera sobre la ortodoxia que se pensabaya bien establecida. — El Magisterio lo calificamosde hermerteuta supremo, porque en el orden genético es el último a quien hay que apelar; y en plano de calidad, es el «hermeneuta» que puede proporcionar una interpretación definidora y consumadora del proceso reinterpretativo integral 20. — El fundamento de nuestrapostura es la «analogía»—no identi­ dad— de situación enque se encuentran un texto magisterial y un texto de la Escritura. Ahora bien, la Iglesia se ha declarado a sí misma con fuerza y reiteración intérprete supremo y auténtico del texto bíblico21. Proporcionalmente hay que concederle ese privilegio respecto a un texto magisterial. Por lo demás, una autoridad que tiene conciencia de ser infalible ha de ser «suipsius interpres», sin recurso a cualquier instancia superior. Nosotros, pues, ejerceremos nuestra tarea hermenéutica del de­ creto tridentino «de peccato originali» al nivel «técnico», científico- crítico que nos es propio. Pero el diálogo con el Magisterio debe ser mantenido desde el principio hasta el final del proceso. Ord. Prol. p. 5, q. 1-2. Ed. Vat. I, 151-237. Por lo que se refiere al pensa­ miento de San Buenaventura al respecto puede verse A. de V il l a l m o n t e , Dimen­ sión carismàtica de la teología, según San Buenaventura, en EstFranc 71 (1974) 311-37. 20. En la proposición 8 de la «Com. Teológica Intern.» se dice: «Ante pre­ sentaciones incompatibles con la fe de la Iglesia, ésta tiene la posibilidad de discernir el error y el deber de excluirlo, llegando incluso al rechazo normal de la herejía, como remedio extremo para salvaguardar la fe del Pueblo de Dios», o. c., 12. También el documento sobre la relación Magisterio-Teología insiste en la misma idea de intervención «en caso gravísimo»: Tesis 12, 1. c. p. 556. Los teólogos cuando discuten entre sí no deben apresurarse a poner de su lado al Magisterio. Este proceder corre el peligro de instrumentalizar al Magisterio en beneficio privado y de querer «meter miedo» al contrincante, cuando se trata de cuestiones arriscadas. 21. «Munus autern authentice interpretandi Verbum Dei scriptum, vel tra­ ditimi solí vivo Ecclesiae Magisterio concreditum est, cuius auctorit-as in nomine Iesu Christi exercetur». DV, n. 10. Cf. Ib., n. 12. Otros documentos en DS 3007, 3011, 3886.

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