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QUE «ENSEÑA» TRENTO SOBRE EL. 181 la espiritual entre la «circunstancia vital» en que se produjo el texto bíblico es enorme; mientras que la «circunstancia vital» en que habló 77. y la nuestra (en la segunda mitad del siglo xx) no consta que tenga semejante lejanía, ni cronológica ni espiritual. Digamos brevemente: la asistencia del Espíritu al concilio Triden- tino cuando éste escribe los textos sobre el p. or. no es más intensa que cuando los escriben los hagiógrafos bajo la inspiración del mismo Espíritu. El lenguaje teológico de Tr. no es menos humano que el de la Biblia. Por tanto, no está menos sujeto a las condiciones de histo­ ricidad, progresividad y limitación en el conocimiento de la verdad, correlatividad en las formas de expresión. Ningún lenguaje humano, ni aún el metafísico, goza de las propiedades de inmutabilidad, intem- poralidad, perennidad en la captación y expresión de la verdad cap­ tada. Por lo demás, el lenguaje de Tr. cuando habla del p. or. no es equiparable en rigor, tecnicismo, depuración y control crítico al que se utiliza y exige en la metafísica. Tr. habla un lenguaje pastoral, más flexible, más encarnado en las circunstancias históricas, más vital y operativo que teórico. Por tanto, la interpretación del mismo también ha de ser más flexible, dinámica y progresiva. Sobre esto volveremos más adelante, para precisar que el lenguaje pastoral de Tr. lo es a un alto nivel que llamaríamos pastoral «universal». Distinto de género literario pastoral popular que podría tener una plática del Cura de Ars hablando sobre el mismo tema. C. Nosotros en este trabajo damos por cumplido satisfactoriamente (al menos en lo importante) la tarea de "comentar”. —Querríamos ofrecer ahora un ensayo de «reinterpretación» creativa y crítica del texto tridentino según lo exigen, a juicio nuestro, la hodierna teología de la redención de Cristo, de la gracia, de la impotencia soteriológica del hombre en sí y en sus mutuas relaciones y las dificultades internas a la vieja teoría. Nuestro intento se basa en esta doble convicción: a) Por una parte, el texto fruto de las deliberaciones tridentinas implica ya una interpretación de datos y verdades más originarias pertenecientes a la sustancia del Kerigma neotestamentario de Salvación. Interpretación correcta, autorizada, necesaria en su tiempo, jurídicamente obligatoria, religiosamente valiosa. Pero, al fin, una «interpretación» humana, radi­ calmente condicionada por la «circunstancia vital» en que fue propues­ ta. b) Por otra parte —según iremos exponiendo— , la «circunstancia

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