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EL DIOS INSUSTITUIBLE 101 láctico en que todo lo espiritual es puramente derivado y sencundario y, en este supuesto, materialismo y religión serán siempre totalmente incompatibles). Según otros, el cambio está en los cristianos que ven en la fe un estímulo para la lucha revolucionaria. La aceptación del marxismo por algunos cristianos carece en realidad de un juicio sufi­ cientemente profundo sobre la naturaleza de la religión. Los marxistas que han cuestionado a nivel teórico la naturaleza de la religión han puesto su origen bien en el temor a la muerte bien en la rebelión contra la finitud. Aceptada ésta, no se necesita la religión. En otro aspecto, no se considera despreciable el hecho cristiano, ya que, lo mismo que el marxismo, busca una humanidad nueva. Lo que pasa es que la pone fuera de este mundo. Otra cuestión es la de los partidos eurocomunistas y socialistas que se declaran laicos, e. d., no confesionales del marxismo, no obli­ gando a sus afiliados a la adhesión a la filosofía marxista. ¿Se trata de simples cambios estratégicos o de un comportamiento nuevo respecto a los cristianos a nivel de política sincera? La importancia práctica puede ser decisiva para la convivencia en el futuro, pero en nada afec­ taría a la incompatibilidad de los principios. Colaboración práctica no se puede confundir con adhesión intelectual. La apertura de algunos sectores cristianos al marxismo se ha tradu­ cido en intentos de conciliación de las exigencias de la fe con la crí­ tica marxista de la religión. Alguien pensará que no hay confrontación posible por ser diversos los niveles de cristianismo y marxismo: ideolo­ gía y ciencia, respectivamente. Otros buscarán en Marx una relativa autonomía de las superestructuras, señalando que él mismo fue infiel a su propio pensamiento en la crítica de la religión. Y todos esperan que la praxis alumbrará, tarde o temprano, nuevas posibilidades teóricas. 5. El objetivo de la esperanza humana 6 La religión es problema’ de futuro, de perspectiva, de esperanza. Ella potencia radicalmente el sentido de la existencia. Los elementos configuradores del futuro humano pueden contemplarse en la dialéctica de continuidad-novedad, clave discernidora de la validez de los diver­ sos modelos de futuro. Hay tres que pueden considerarse como los vigentes en el pensamiento actual: —El modelo tecnocrático, que pone su confianza en la técnica como portadora de salvación en el progreso indefinido. Aquí el futuro sería 6 . J. L. de l a P e ñ a , Esperanzas intramundanas y esperanza cristiana.

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