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D E N U E VO F R A N C IS C O 91 cuestiones fundamentales. Pero siempre teniendo en cuenta que más que la búsqueda del «carisma franciscano» se trata de comprender a Francisco y su propia y personalísima experiencia a través de sus es­ critos y el testimonio de las diversas fuentes. En cuanto se agrupan y analizan estos testimonios, esta obra cumple un servicio. En su forma literaria, el libro se resiente algo en cuanto a continuidad y desarrollo lógico de las ideas debido a las muchas citas y resúmenes acumulados. 2. E lo i Lee1ere emprende, en una de sus ob ras20, un acercamiento a la sabiduría (actitud ante D ios y ante los hombres) y a la pobreza (despojo, purificación, desposesión) de Francisco. La sabiduría de este pobre es estudiada en un hecho fundamental: la crisis que afectó a la orden en su organización y estructura, y que fue solucionada en contra de algunas ideas de Francisco. E l primer capítulo, en su enunciado, ya señala esa crisis: Cuando ya no hay paz. A partir de esta crisis, el a. penetra en la interioridad de Francisco, pero sin aducir pruebas, documentos, citas o testimonios. Lo hace con el conocimiento de quien ha leído y meditado mucho las fuentes fran­ ciscanas y puede escribir con una deseable y justa fidelidad espiritual más que literal a las mismas. Ciertamente se recogen expresiones e ideas de los escritores de Francisco o de sus biografías, pero los hechos se relatan de una manera nueva, revestidos de otro ropaje literario y en un encuadre diverso. Francisco sube a la montaña y allí, con la ayuda e intervención de León, Rufino, Clara, Tancredo, unos aldeanos, halla, por fin, sentido a la pobreza y una nueva sabiduría. Pobreza que no se limita a lo ex­ terno, a los bienes del mundo, sino a obrar como el último, como el esclavo, pero con el alma y el espíritu del Señor. E l descubrimiento pacificador que habría tenido Francisco en su crisis sería «contemplar la gloria de D ios... descubrir que Dios es D ios, eternamente D ios, más allá de lo que somos o podemos llegar a ser, gozarse totalmente de lo que E l es... no guardar nada de sí mismo. Barrerlo todo... dejar sitio lib re; aceptar el ser pobre; renunciar a todo lo que pesa, aun el peso de nuestras faltas; no ver más que la gloria del Señor y dejarse irra­ diar por ella. D ios es, eso basta» (p. 130). La obra, sugestiva siempre, tendrá más resonancias para todos aquellos que ya conozcan algo del franciscanismo. 20. Sabiduría de un pobre, trad. A. M.* Fraga y M." J. Martí, 3.a reimpre­ sión de la 5.* ed., Madrid, Marova 1978, 11,5x18, 163 pp.

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