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M A R X IS M O Y C R IS T IA N IS M O 71 A l poner como límite del diálogo no solamente las exigencias de la legalidad socialista — que, como se ha visto, resulta discriminante para los creyentes en muchos aspectos— , sino también las exigencias de la defensa de la pureza del sistema materialista marxista, niega el Partido, en realidad, la condición de la posibilidad del diálogo con los creyentes; pues no es un secreto para nadie que una de las medidas concretas a que ha llevado en Cuba esa pretendida exigencia de la de­ fensa de las concepciones materialistas del Partido, ha sido justamente la de negarle a los creyentes el derecho a sostener en público sus con­ vicciones religiosas. Sin este derecho no puede, lógicamente, haber diálogo. En verdad, el Partido Comunista de Cuba no busca, ni está interesado en el diálogo con los creyentes. Lo que quiere es, simple­ mente, que los creyentes cooperen con sus metas de transformación social, pero sin pretender establecer un intercambio de ideas o una discusión sobre cuestiones de principio. Por esto, se precisa en la «Te­ sis», que, para el Partido, «la forma superior del diálogo es la que resultaría de la convicción, por parte de los creyentes, de que sus creencias no deben ser obstáculo a la lucha conjunta con los marxistas por la transformación de la vida sobre bases de igualdad social y bene­ ficio para todos» 9. 4. Observación final Las consideraciones precedentes sobre la concepción de la religión del marxismo cubano y su política en materia religiosa, nos permiten sostener la opinión de que, sobre todo, allí donde los marxistas se encuentran en el poder, es ilusorio esperar que en el diálogo entre marxismo y cristianismo se produzcan progresos importantes; al me­ nos mientras el marxismo no se decida a cuestionar y revisar su con­ cepción clásica acerca de la religión. E l caso de Cuba muestra que no son sólo los cristianos los que tienen que cambiar y fomentar, en la práctica y la teoría, el espíritu de la apertura y de la tolerancia. Para que el diálogo entre marxismo y cristianismo sea fructífero no basta, en efecto, que sean los cristianos los únicos que desarrollen un espíritu nuevo y testimonien su fidelidad y responsabilidad con la his­ toria humana a través de su compromiso socio-político. Es necesario, además, que los marxistas o, mejor dicho, el marxismo mismo cambie; 9. O. c., 310-311.

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