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70 R A U L F O R N E T B E T A N C O U R T de su religión, pero se les niegue, a un tiempo, el derecho a difundir sus creencias religiosas; un derecho éste que la constitución reconoce, sin embargo, a los ciudadanos que tengan convicciones materialistas y ateas. En este punto, pues, se discrimina claramente a los creyentes 1. Consecuencia lógica del no reconocer a los creyentes el derecho a difundir sus creencias es, naturalmente, la separación total de la reli­ gión y la escuela. E l Estado, se nos dice en la «Tesis», imparte una enseñanza científica, basada en los principios del marxismo-leninismo; es decir, una enseñanza que debe estar libre de todo elemento religioso. En el ámbito de su política educacional, el Estado Cubano tiene muy en cuenta, pues, la concepción de la religión como ideología anticien­ tífica que ha de ser superada por la ciencia marxista-leninista, y la proscribe, consecuentemente, de su planificación de la enseñanza. Con ello, el Estado mismo hace suya la teoría del Partido, es decir, se reco­ noce defensor y propugnador del marxismo-leninismo, y la separación de religión y escuela se descubre así como una medida discriminatoria en relación con los creyentes. Más todavía, la promulgación, por parte del Estado, del marxismo-leninismo como la única verdad a enseñar, a aprender y a difundir, constituye en sí misma una medida que, de hecho, vulnera el principio de libertad de conciencia, reconocido por la constitución. La intransigencia del marxismo cubano en este punto se pone de manifiesto particularmente en el modo de concebir y plantear en Cuba los alcances del diálogo entre marxistas y cristianos. Si bien se saluda positivamente en la «Tesis» que la Iglesia haya cambiado de actitud frente a la obra de la revolución, pasando de las pastorales anticomu­ nistas a las pastorales en las que se exhorta a los fieles a cooperar en la tarea común de construir una patria mejor y más justa para todos, y se ve en ello una clara expresión del propósito de la Iglesia de esta­ blecer el diálogo con el gobierno revolucionario, no se oculta, sin em­ bargo, que, en las condiciones concretas de Cuba, ese diálogo «no puede pasar más allá de lo que exige la legalidad socialista que separa la Iglesia del Estado, y la defensa de la pureza de nuestras concepciones materialistas» 8. 7. C f. Elias C ardoso P into , La «Tesis sobre la religión, la Iglesia y los creyentes », del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en Tierra Nueva 24 (1978) 44. 8 . Tesis sobre la política en relación con la religión, la Iglesia y los creyen­ tes, en o. c., 310.

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