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56 K L A U S E . H E D W IG y el espacio30. En la medida en que la «psyche»31 se eleva pensando sobre el mundo corporal y entra en la esfera de las ideas, el proceso de pensar32 significa una preparación para la muerte. Montaigne hace abstracción de esta base, así como de los presupuestos metafísicos y toma esa definición con una perspectiva muy concreta: la reflexión filosófica tematiza, más bien, la necesidad general de la muerte e igual­ mente sus formas de apariencia que se extienden desde el azar y la vanalidad hasta la tragedia. La filosofía, para Montaigne, debe separar la muerte de su olvido común ( I , 20, 96a) y elevarla a la conciencia como hecho interiorizado. En esta referencia falta toda clase de doc­ trina e intención teológica como, por ejemplo, en el memento m ori 33 de las danzas macabras al final de la Edad Media. La ética de Mon- tagine está basada en una actitud más personal y reflexiva; ella sus­ tituye toda forma de ascetismo voluntario por un espíritu de serenidad y abandono en el movimiento de la naturaleza ( I I , 6, 359a). Esa acti­ tud indiferente resulta de una posición activa y positiva frente a la vida: «Je veux qu’on agisse, et qu’on allonge les offices de la vie tant qu’on peut, et que la mort me treuve plantant mes chous, mais noncha­ lant d’elle, et encore plus de mon jardín imparfait» ( I, 20, 102a/b). Hemos dicho que, para Montaigne, el escepticismo no posee una tendencia de destrucción, sino que, más bien, toma su punto de partida de la experiencia de la diversidad de los fenómenos y de la limitación del conocimiento humano. Lo escéptico no destruye, sino que pone la conciencia en el estado de laisser en suspense ( I, 127, 190a); es decir, en una actitud de ignorance doctoral ( I , 54, 304c) que ha recorrido todas las antinomias del conocimiento. Se trata aquí del punto en el cual se explica la perspectiva de la finitud para Montaigne: lo escép­ tico, frente a la variedad de los fenómenos, anula toda idea de un sentido absoluto presionando al conocimiento a buscar y aceptar sus propios límites, es decir, la ignorance que la science fait engendre ( I, 54, 304c). A través de esa ignorancia reflexiva, por encima de todo razonamiento científico, y, sin embargo, más profunda que la lógica 30. Timaeus 27c. 31. No obstante que el alma está encerrada en la materia, el cuerpo es sema psyches y ochema del alma (Tim. 41e). A través de los peldaños del alma, es decir, a través del epithymetikon, thymos y logistikon el espíritu asciende por la filosofía en la similitud (omoiósis) del agathon; cf. Phaedo 81a. 32. Phaedo 64b. 33. H. R o s e n f e l d , Der mittelalterliche Totentanz, Kbln 1961. Cf. el mismo tema en los Essais I, 20 , 98a. Como aspecto complementario, se debe ver I, 20 , 103a.

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