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A N O T A C IO N E S S O B R E E L E S C E P T IC IS M O . 55 La muerte de su amigo La Boétie n , de su padre, de sus hijos y, ante todo, la epidemia de la peste junto con el marco de los hombres sin esperanza en un estado de apatía to ta l23, son los primeros encuen tros de Montaigne con el hecho de la muerte. Otra línea más teórica lleva a la tradición de la literatura antigua: a Lucrecio24, a Séneca25 y al contexto más amplio del movimiento epicúreo26. Pero la recep ción de las antiguas concepciones es modificada y transformada en una perspectiva que restringe las actitudes generales y ejemplares a las personas concretas ( I , 5, 296c). Aquí también, desde el punto de vista crítico, se interpreta el sentido de la finitud según las formas de com portamiento concreto e individual ( diverses qualitez selon la fantasie de chacun-. I I I , 9, 954b). Por ello, puede decirse que el escepticismo (como percepción crítica) separa, en Montaigne, la actitud humana fren te al fin de la vida de todo heroísmo en el sentido antiguo del tér mino 21. Este cambio típico es evidente en la función de la filosofía para Montaigne: « Que philosopher c’est apprendre à mourir» ( I, 20, 93a). La definición, que se encuentra en P la tón28 y C icerón25 y que inter preta el origen de la filosofía a partir de la finitud, está separada, por Montaigne, de una manera característica del contexto idealista. Para Platón, la concepción de la filosofía está basada en la prioridad onto lògica de la idea sobre el mundo corporal, es decir, en las ideas que se presentan como la prefiguración de las cosas y eventos en el tiempo 22. Es, no obstante, sorprendente que Montaigne mencione sólo la muerte de La Boétie en una carta a su padre. Cf. sobre las fuentes literarias de esta carta R. Trinquât^ La lettre sur la mort de la Boétie, Mélanges R. Lebèque, Paris 1969, 115 ss.; H. Busson, Sur les ruines de Germignan, en Studi Francesci (1964) 471-477. 23. Essais ITI, 12, 1017 ss. 24. Lucretius IV, 472; cf. Essais I, 20, 96a; I. Bruns, Montaigne und die Alten, en V ortrage und Aufsdtze 1905. 25. Epist. 91; cf. Essais I , 20, 100c. P a r a el contexto filosófico S. P i r e , De l’influence de Sêneque sur les Essais de Montaigne, en Les Etudes Classiques 22 (1954) 270 ss. 26. H. F r i e d r i c h , o. c ., 329 ss. 27. Essais I, 20, 98a; III, 9, 954b. Se debe diferenciar entre la antigua y nueva concepción alrededor de 1580 y 1588 (cf. M. D r e a n o , Montaigne et la préparation a la mort, en Bibl. Hum. et Ren. 12 (1960) 151-171; J. P. B o o n , La pensée de Montaigne sur la mort a-t-il évolue?, en Mod. Lang. Notes 80 (1965) 307 ss. 28. Phaedo 64a; El análisis de Essais I, 20 puede verse en O. Naudeau, La pensée de Montaigne et la composition des Essais, Genève 1972, 44-55. 29. Tuse. I, 30.
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