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54 K L A U S E . H E D W IG sión, ni como posición social, sino que le es adscrita a la vida en una forma más íntima y próxima, como el aliento mismo. Ontologicamente, en el sentido del fin que está presente en cada momento y que deter­ mina cada decisión en su singularidad inalterable 18. E l hombre no pe­ rece como la materia que cambia, ni muere como ser orgánico. Más bien, en virtud de su espíritu, puede relacionarse «con» la muerte como fin, para desprenderla de su accidentalidad futura y aceptarla en la ac­ tualidad de la conciencia. E l hombre puede pensar su ser finito 19. E l factum brutum del fin físico es elevado, de esa manera, a otro nivel ontològico: aquél del espíritu que reconoce en sí mismo la finitud como limitación esencial, como proximidad de una negación absoluta. Pero esta perspectiva de una amenaza ontològica absoluta frente a la nada abre, al mismo tiempo, el acceso a la estructura esencial del ser: la posición donde el ser total pierde su relación inmediata con el espí­ ritu, y en la que llega a ser transparente en sí mismo, el ser como el ser M. E l punto de partida de Montaigne — contrariamente al método fe­ nomenològico— se encuentra por debajo de un análisis conceptual de categorías orientadoras como el «ser», la «nada», el «cambio», el «tiempo» o la «conciencia», como horizonte de una reflexión del « se r» 21. Aquí Montaigne es también más simple, está más cerca de la realidad concreta, cuya complejidad y ambigüedad se pierden en un camino más sinuoso que la especulación racionalista. Pero, por otra parte, es justamente el punto en donde la actitud escéptica cambia de una crítica negativa a un método más funcional y constructivo, es decir, a la descripción precisa de las cosas y sus modificaciones. E l escepticis­ mo, en la concepción clásica como percepión exacta y crítica, es, para Montaigne, el único método capaz de seguir el passage ( I I I , 2, 779b ) como signo de la finitud de las cosas. 18. G. S im m e l , Tod und Unsterblichkeit, en Lebensanscbauung, Berlin 1918, 104 ss. 19. Para Hegel —en una posición extrema— el espíritu (Geist) es el único ser que puede resistir a la muerte: «Aber nicht das Leben, das sich vor dem Tod scheut und von der Werwüstung bewahrt, sondern das ihn erträgt und in ihm sich erhält, ist das Leben des Geistes» (Fen., 29 (Ed. Hoffmeister). 20. Heidegger, por ejemplo, desarrolla la diferencia ontológica en ese con­ texto de la angustia como presencia de la nada (cf. Was ist Metaphysik, Frank­ furt 1949, 30 ss.). 21. E. F in k , o. c ., 26 ss.

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