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52 KLAUS E. HEDWIG de espíritu que ha aceptado toda la variedad de la vida n. Sobre este nivel de impasibilidad y claridad intelectual se constituye la perspectiva escéptica. Se trata de un conocimiento con el que descubre la finitud de la vida no sólo como marco sino también como centro presente de la existencia humana. Pero esta finitud ya no es entendida como contraste con la eternidad del «eidos», como en la antigüedad; ni, como en la Edad Media, a partir de la creación del ser, es decir, ontològicamente, a partir de la distinctio esse et essentiae. Esta finitud es, más bien, fundamentada en la variedad inagotable de la experiencia que constantemente cambia y en la cual su sentido coherente escapa cambiando la ciencia en la ignorance. La ignorancia — o bien el escepticismo— destruye la pre­ tenciosa vanidad del hombre para dar lugar al descubrimiento de la riqueza de la naturaleza en su eterno cambio. La propia vida es in­ cluida en la comprensión de ese cambio que justamente, en su finitud, manifiesta la infinita riqueza de la nature. En referencia a esa estructura «ontològica» — para utilizar una expresión que Montaigne no hubiera probablemente aceptado— , el significado del escepticismo puede ser comprendido así: tiene dos caras. Relativiza negativamente cada toma de posición absoluta del hombre y, al mismo tiempo, hace visible la nature como la base que soporta y guía la experiencia. De una manera muy sutil, Montaigne combina el pensamiento de la finitud, del escep­ ticismo, con el de la naturaleza a la que él comprende como elemento imperecedero de la vida que perece. En esta interrelación, se encuentra la novedad del filósofo Montaigne. E s una experiencia ya vieja que con el aumento del auto - conoci­ miento se intensifica la conciencia de la singularidad y vulnerabilidad de la vida, es decir, el conocimiento de la finitud 13. Montaigne ya no trata los grandes temas del Renacimiento como las teorías del Estado, de la H istoria, de la Sociedad, de la Naturaleza o de la Teodicea 14, sino que sus reflexiones se dirigen hacia la complejidad y la variedad 12. M on taign e con cib e la vejez d e una m anera am bivalente p u esto q u e es vista siem pre d en tro del co n te x to d e un descen so b io ló g ico (c f. Essa is I I I , 5, 8 6 7 b ; I I I , 5 , 8 6 8 c; I I I , 9, 938 c). 13. G . SiMMEL, Z a r Metaphysik des Todes, en B rücke und To r, Stuttga t 1967, 29 ss. 14. L a Apo log ie de Raymond Sebond n o revisa ese pu n to d e vista, ni tam­ p o co la actitud d e M on taign e fren te a la R eform a (cf. P . V i l l e y , Monta igne devant la posté riorité , Par s 1935, 87 ss.). La m anera d e citar m uestra la m edida en la cual M on taign e asim ila los temas qu e toca : R . M e t s c h i e s , Z itat und Z itie rkun st in Monta ignes Essa is, G en èv e 1966, 40 ss.

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