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58 K L A U S E . H E D W IG e intensa es la tendencia a conocer el propio medio social que lo rodea, la vida, sus paradojas, sus leyes y, finalmente, a sí mismo en medio de una corriente incesante de experiencias, formadas por tradi ciones culturales38 al igual que por la variedad de personas, costum bre y países que Montaigne conoció a través de sus via je s39. La finitud, en este contexto, no es más que un hilo conductor, un camino que lleva a la reflexión del individuo en toda su profundidad y a la claridad de su existencia. Este proceso del conocimiento, en su neutralidad ética de la descripción, trata de seguir todos los niveles descendentes de la vida, o sea, ese estado ambiguo donde el espíritu busca descifrar el límite psicológico entre vida y muerte. Montaigne describe — en un análisis retrospectivo que se relaciona con su estado psicológico después de un accidente ( I I , 6, 355a)— todas las etapas de la vida que va disminuyendo: el paro del dolor, la suspensión de la voluntad, las funciones físicas en el nivel de los refle jos o bien los movimientos guiados por los instintos. En esta proximi dad del fin, la angustia desaparece; es, más bien, reemplazada por un estado que es, según Montaigne, experimentado como douceur, paix y aun más como plaisir ( I I , 6, 359a). Se trata de una situación en la cual el hombre gusta (taster et savourer : I I , 13, 596a) la muerte, puesto que al mismo tiempo está familiarizado con ella por su proxi midad ( I I , 6, 360a). No obstante, un análisis fenomenológico debería insistir en el hecho de que Montaigne describe solamente aspectos de la vida que desciende. Lo que quiere decir, que la reflexión queda den tro del horizonte del ser, contrapuesto y separado de la negación abso luta. Para Montaigne, sin embargo, la vida pierde con la proximidad de su final el punto de referencia; o sea, las oposiciones y antagonis mos, que determinan la vida humana y su desarrollo, se diluyen. La reflexión penetra todos los dualismos existenciales y llega a una unidad del hombre que es original, que es pre-reflexiva y primitiva. E l fondo de la individualidad humana es, para Montaigne, esa parte de la natu raleza cósmica ( I I I , 13, 1043c) que se encuentra delante de todo dua lismo y estructura antitética. La vida, en su finitud, es puesta en el 38. J. P l a t t a r d , Montaigne el son temps, Paris 1933, 142. Sobre el Con cepto de expérience, cf. el esquema en W. G. M o o r e , Montaigne’s Notion of Experience, London 1952, 34 ss. 39. El sentido de voyage se extiende en Montaigne sobre toda una serie de significados y es, en el fondo, afín a su actitud ensayista de la vida (cf. I llj 5, 948b; C. B . B r u s h , The Essayist is Learned : Montaigne’s Journal de Voyage and the Essais, en The Rom. Rev. 62 (1971) 66 ss.). 40. Essais III, 4, 811c; III, 9, 941b.
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