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DISCURSO DE LA MISION 27 10, 6). Con ello se ha dado una gran coherencia con la culpa y pérdida de la prerrogativa de Israel en la historia de la salvación38. Existe, también, la opinion, por lo demás sugestiva, de quienes, admitiendo que a un primer nivel de lectura se encuentra una prohibi­ ción de orden geográfico, afirman que es posible y lícita una mayor profundización. «Israel», «caminos de las naciones», «ciudades de sa- maritanos» son conceptos que pueden superar lo meramente geográfico para convertirse en conceptos teológicos. De manera que podría afir­ marse que el redactor del primer evangelio ha realizado una síntesis teológica, donde el término Israel sirve para tipificar no sólo una rea­ lidad histórico-geográfica sino el cumplimiento escatològico y actual, en la persona de Jesús y su comunidad, de las realidades que ese Israel comportaba como el pueblo de la elección y de la A lian za39. «Casa de Israel» será pues, el pueblo heredero de la promesa, un pueblo redi- mensionado escatològicamente, donde los hombres se tipifican como «ovejas perdidas» no en razón de su fidelidad a un determinado pueblo, históricamente delimitado, sino por la posición que tomen ante Jesús, verdadero Israel (M t 2, 15). En «camino de los gentiles» y «ciudad de samaritanos» pueden encontrarse cifrados los prototipos del anti-Israel, en cuanto modos de conducta (camino) y convivencia (ciudad) opuestos a las exigecias del Reino. ¿Qué responder a todas estas opiniones? Ante todo ha de consta­ tarse, por las conclusiones del análisis filológico, que se trata de una tradición antigua40. ¿Nos encontramos ante un dicho de Jesús? La prohibición de 10, 5b-6 parece ofrecer alguna incoherencia con la to­ talidad de la obra de Mateo, donde ya en 8, 5-13 y 8, 28-34 la acti­ vidad de Jesús ha traspasado los límites de Israel. Los que propugnan la autenticidad del logion, en cuanto pronunciado por Jesús, se basan en que se trata de una orden que no fue observada por la comunidad posterior y que fue contra la práctica del cristianismo siguiente. Según estos, el único motivo para adscribirlo a Jesús debió haber sido el hecho de que ya en los orígenes fue conocido como un dicho de Jesús de Nazaret41. Problema de todo peculiar es el de la conexión con el mandato universalista de Mt 28, 19 42. 38. W . T r illin g , o . c ., 146-150. 39. J. Radermakers, a. c„ 1077. 40. W . Trilling, o . c ., 149 y la nota 12.’ de p. 146. 41. W . E . Bundy, o . c ., 157-158. 42. W . Trilling, o . c ., 147.

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