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382 ROBERTO GARCIA-RAMIREZ a un obispo, esto no lo discute nadie, que es lazo de unión con Pedro; hay en todas ellas también un sacerdote, y tanto uno como otro las tiran hacia arriba, hacia donde está, bien que mal, la jerarquía, esa Iglesia institución: uno, por convencimiento de que él es el responsable último del Pueblo de Dios al que tiene que pastorear y guardar en la fe; y el otro, más encarnado en esa Comunidad, se ve continuamente impelido por la jerarquía y recor­ dado que, por su ordenación sacerdotal, se debe, ante todo, al obispo ante el que un día juró obediencia. Y así hemos visto en las últimas jornadas sacerdotales de la Iglesia en Euskadi celebradas en Deusto del 19-24 de septiembre de 1977, que las distintas Comunidades Cristianas que expusieron su vida, Comunidades por otra parte comprometidas con todo lo que hay, sobre todo a nivel social y político desde un principio de fe, en la mayor parte de los casos no llegan a incrustrarse del todo en la vida porque inevitablemente por algún conducto dependen de la jerarquía, donde se halla esa Iglesia institución, a las que tiene como sujetas por ciertos hilos invisibles que cuando tienden a tocar tierra, a meterse en ella, les tiran desde arriba aupándolas del mundo, desen­ carnándolas, como quien juega con una pelota que pende del dedo de su mano sujeta con un hilo de goma y que cuando va a tocar suelo la sube bruscamente unos centímetros, no teniendo nunca la libertad para v iv ir sueltas, sin atadura alguna, incrustadas y cimentadas a lo que por natura­ leza tienden y a lo que quieren ir por nacimiento, por convencimiento y por destino. De ahí que sea aun más grave este problema, porque la gran esperanza que se había puesto en estas Comunidades se ve bloqueada por una institu­ ción que dice poseer en propiedad y en exclusiva el depósito de la fe del que San Pablo a Timoteo le hace responsable: «depositum custodi» (1 Tim 6, 20), y que, en estos momentos, se hace responsable de ello la Iglesia institución. I I I . — ALGUNA S CO N SECU EN C IA S FU ERT E S QUE SE D ESPREND EN D E ESTO 1. L a h u id a d e m u c h o s c r i s t i a n o s d e l s e n o d e l a I g l e s i a Hoy el hombre, sobre todo el joven, quiere obras, ser protagonista de algo, tomar parte en lo que sea, hacer. Es la característica del hombre actual sobre todo de la juventud. En la Iglesia institución no halla su puesto porque todo viene impuesto desde arriba. Nuestras iglesias son pasivas, donde uno (el sacerdote) hace, predica, bautiza, celebra la eucaristía..., pero él no se ve interpelado por nadie, ni nadie toma parte, quedando los demás en estado pasivo como quien ve un circo o una película o un teatro. Esta Iglesia

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