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380 ROBERTO GARCIA-RAMIREZ A partir de 1965, después del Concilio, como hemos visto, brota este fenómeno3. Estas parten de la vida misma y se encarnan en la vida. Para ellas n i la Iglesia ni el evangelio tienen sentido si no están mezcladas en todos los avatares del acontecer humano: político, social, económico, cul­ tural, religioso...: en toda la gama del obrar humano. Con ese evangelio criticarán la política, los problemas económicos, la cuestión social, la religión innata que hay en todo hombre..., todo. Será tan amplio como el obrar humano, y hará que surja esa Iglesia de la entraña misma del mundo para la que fue hecha, pues la Iglesia no existe para sí misma, ni está primaria­ mente al servicio de la afirmación de sí misma, sino al servicio de la afirma­ ción de la salvación... para todos en el mundo4, y que en expresión de Rahner y de J. B. M e tz5 tendrá un carácter provisional, porque la única razón de ser que tiene la Iglesia en el mundo es la de devolver ese mundo al Pad re6, y para devolverlo tiene que mezclarse con él, debe de estar me­ tida en él. Estas Comunidades salidas del mundo y mezcladas con él critican todo desde la fe; de ahí que no escape nada a su crítica y que de ahí surja su compromiso social, po lítico ..., pero repetimos: desde la fe, porque la fe se ha hecho en este caso una con todo, e invade todo. Su fe ha entrado y ha hallado puesto dentro del mundo, se mezcla y surge de los problemas temporales que son los que hacen la vida misma del hombre. Y ante una Iglesia institucional, separada del mundo, estas Comunidades la cuestionan por no hallarse donde debe de estar, e intentarán bajarla a su puesto, al mundo, y, por ello, encontrarán una enorme oposición; e inten­ tarán que surja desde abajo, desde las más profundas entrañas del mundo, una Iglesia de base, comprometida, y fiel a lo que Cristo quiso de ella, y donde la quiso. Se caracterizarán por ese compromiso temporal, porque su fe les impele a renovar el mundo, la sociedad, la política y todo según el evangelio, que ha de dar la forma, y al cual todo debe de ajustarse. 2. U nas C omunidades C ristianas encarnadas en el mundo 3. Nos remitimos para todo esto a un próximo estudio nuestro que aparecerá en breve en varios números de la revista Estudios Franciscanos, y cuyo título es " Socio- génesis de las Comunidades Cristianas de Base”. 4. J. B. Metz, Teología del mundo, Salamanca 1971, 120-121. 5. Id., o . c., 121. 6 . K. Rahner, " Iglesia y parusía de Cristo”, en Escritos de Teología, t. 6 , Ma­ drid 1969, 341.

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