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IGLESIA INSTITUCION. 377 emperador Teodosio, y que en otro estudio ya c ritic am o s s e p a ra d a del mundo, aérea, encerrada en palacios y en curias episcopales, fría, de bufete, llena de papeles burocráticos, que viene de arriba abajo, que cae sobre ella misma sofocándola y sobre el mundo como una superestructura, que se define «sociedad perfecta», y que hace contratos bilaterales con los estados en sus famosos concordatos; y otra que tiende a nacer de abajo, encarnada, simple, sencilla, partiendo de la vida, y que lleva en su entraña la vida misma, por­ que se cimenta en esa vida, en la vida del hombre, del mundo para el que en última instancia ha sido hecha y de la que con razón dijo Cristo: «No pido que los saques del mundo sino que los preserves del mal» (Jn 17, 15), de ese mundo en el que se encarnó Cristo y desde el cual hablaba: «Digo estas cosas estando en el mundo» (Jn 17, 13), y en el que nos quiso a todos: «Estos quedan en el mundo» (Jn 17, 11). Cristo fue el primero que se encarnó en y con el mundo; que tomó con­ ciencia de la situación socio-política-religiosa que le tocó vivir, y que no se escabulló de ella, sino que la presentó cara, y por ello murió. E l fue el primero también que no se identificó ni se encarnó en la estructura religiosa de su tiempo como eran el templo y la sinagoga, sino el que arremetió contra ellos desde fuera, libre, mundano, desde la vida, como un hombre de tantos, aunque con toda la autoridad que le venía de Dios, queriendo salvar a ese hombre concreto en su entorno socio-político-religioso, diciendo que el hom­ bre no se ha hecho para las leyes, sino las leyes para el hombre (Me 2, 27), y que ni en Jerusalén ni en Samaría habría que adorar a Dios, sino en el interior de cada uno en espíritu y en verdad (Jn 4, 23). La Iglesia no siguió los pasos de Jesús, sino que se sobreestructuró y se fue apartando del mundo y de la vida misma en una tentación de poder que la hicieron extraterrena debido a los privilegios de emperadores y reyes. 3 . V u e l t a a l o s t ie m p o s p r im it i v o s Creemos que las Comunidades Cristianas enunciadas son un intento pro­ fundo y serio en plena línea conciliar de querer volver a la Iglesia a su punto de arranque, a los tiempos primeros tal como nos la dejó Cristo. Ellas exigen más encarnación en el mundo, más estar en la vida y partir de la vida, no tanta separación entre jerarquía y pueblo, entre sacerdotes y seglares. E l Concilio dejó plasmado todo esto en la Lumen Gentium 2, en el orden que describe de Iglesia, que primero es el pueblo de Dios y en medio de ese pueblo está la jerarquía. Dicho Concilio pasa de una Iglesia institucional, 1. Roberto García-Ramírez, ¿Sufre aún la Iglesia de una especie de esquizofrenia social que la mediatiza para ser sacramento universal de salvación?, en Estudios Fran­ ciscanos 76 (1975) 359-369. 2. Véase la estructura interna de la Lumen Gentium. 9

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