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Iglesia institución y comunidades cristianas de base Hoy existe una ambivalencia, una dialéctica o una antítesis, llámese como se quiera, entre Iglesia institución y Comunidades Cristianas de Base. Una Iglesia institución poderosa, y que dice poseer el depósito de la fe, se levanta sobre otra pequeña, encarnada, minúscula y pobre que acaba de aparecer, y que no pocos la juzgan como la más auténtica, y más en línea evangélica que la que ha llegado hasta nosotros y en la que hemos nacido. Creemos que este fenómeno merece una reflexión, y ello nos ha impul­ sado a pararnos en él. I.— UNA IG L E S IA L L E N A D E ESPERANZAS 1 . U n a I g l e s i a q u e r e n a c e e n e l C o n c il io E l Vaticano I I nos ha dado un nuevo rostro de Iglesia, rostro que aún está muy lejos de lo que debe ser, pero que como tal ya se atisba, y está tomando, con el correr de los años, carta de ciudadanía y cada vez mayor peso y consistencia. Hoy la Iglesia, más que nunca se esfuerza por renovarse, por llegar a ser lo que tiene que ser y para lo que la creó su fundador, por encontrarse a sí misma, por dar al mundo para el que fue fundada su verdadera imagen, imagen que hemos tenido como secuestrada y escon­ dida durante siglos y que ahora quiere desenmascarar para aparecer como es. Ese nuevo rostro nos lo ha dado el Concilio de forma «oficial», pero ha sido como un fruto maduro de todo lo que a tal le antecedía en pastoral, dogma, moral, Escritura, h isto ria...; es decir, ha sido un dar oficialmente y aflorar a la superficie de la manera menos sospechosa lo que la Iglesia ya llevaba dentro, en la que hace mucho se estaba incubando. De aquí creemos que arranca una renovación eclesial, movida por el E s­ p íritu, mucho más profunda de lo que se cree y se puede pensar; renovación

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