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DIALOGO DE X. ZUBIRI CON LA METAFISICA CLASICA 355 Aristóteles lo incrustra en las mismas cosas. Hace del logos una forma universal que se realiza en lo singular. Esta forma universal se une con la materia para constituir la realidad sensible7. Advirtamos aquí la oposición y el acercamiento de los grandes pensadores griegos. Su oposición es clara al afirmar el segundo que no hay otra realidad verdaderamente existente que la realidad singular a la que llama sustancia primera, que viene a ser sujeto de toda predicación8. En este razonar, el realismo de Aristóteles alcanza su mejor momento. Parece que se va a realizar «avant la lettre» el lema subi- riano: «atenerse a las cosas mismas ». A l polo opuesto de su maestro Platón, constata el gran discípulo que no hay ni puede haber otra realidad en sen­ tido pleno que la realidad singular. Pero Aristóteles, en un paso ulterior, quiere leer en el sujeto singular 10 que éste tiene de inteligible. Es en este segundo momento cuando la mente de Aristóteles se vuelve a su maestro y acepta de él que lo único inteligible en el sujeto singular es el logos universal en él inviscerado. Desde entonces y durante milenios la metafísica clásica, realista por intención, no retiene entre sus manos más inteligibilidad que la del logos universal. Con valor en sí, según Platón. Con valor objetivo para Aristóteles. Para éste, la sustancia primera, que es la auténtica realidad en el punto de partida, deja paso en el plano de la inteligibilidad a la sustancia segunda universal. Con ello se perdió para largos siglos el contacto con la realidad humilde de la cosa singular. Ante la desviación de Aristóteles respecto de su primer intento de poner en contacto a la mente con la realidad singular es obvio que nos pregun­ temos por qué razón tomó este camino de infidelidad a sí mismo. Pensamos que Sto. Tomás, fiel en esto al aristotelismo, nos desvela de modo preciso y luminoso este problema de la metafísica clásica. A la pregunta: «Utrum intellectus cognoscat singularia», responde que no. Y motiva así su negativa: «Cujus ratio est, quia principium singularitatis in rebus materialibus est materia individualis: intellectus autem noster... intelligit abstrahendo speciem intelligibilem ab hujusmodi materia, quod autem a materia individua- 11 abstrahitur, est universale; unde intellectus noster directe non est cognosci- bilis nisi universalium» 9. En este texto Sto. Tomás nos descubre la raíz de por qué la metafísica clásica perdió en su quehacer filosófico el contacto con la realidad singular. Vio a ésta ligada a la materia. Ahora bien; en aquella metafísica —mejor diríamos en gran parte de la cultura griega— la materia recibió una interpretación pavorosamente negativa. A los jóvenes novicios en filosofía les hacían aprender sus venerables maestros escolásticos esta defi­ nición de materia, tan cargada de negatividad: «Non es quid, ñeque quale, 7. M etaph., lib. V II (Z), 3, 1028 b 33 - 1029 b 12. 8. D e categ., 5, 2 a 11 - 4 b 19. 3. Stimma Theol., I, 86, 1.

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