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354 ENRIQUE RIVERA veces repetido y comentado en la metafísica clásica: «De manera que según la categoría que tenga una cosa en el orden del ser, es la que tiene en el orden de la verdad» s. Más tarde, la metafísica de la Edad Media dará mayor densidad al aserto aristotélico, al formular este principio: «Omne ens est verum» 6. E s decir, la cognoscibilidad de una cosa está en función de lo que la cosa es. A más ser, mayor cognoscibilidad. Todo esto nos habla de una actitud mental de comunión viva entre el pensar y el ser. En ocasiones se ha visto en esta actitud un realismo ingenuo, inaceptable por la crítica moderna. Demos de mano a esta objeción repetida, pero insostenible, para vivir la alegre confianza del pensador clásico en con­ tacto con las cosas. A esta alegre confianza vuelve el profesor X . Zubiri en nuestros días. Y , en este sentido, decimos que su pensar es una vuelta. Por ella, trata nuestro filósofo de asimilar un momento cumbre del pensamiento clásico. V ive el maestro su propia consigna: «Somos los griegos nosotros». En este momento podemos constatar que el profesor Zubiri entra con mano avidosa en el campo inmenso de la metafísica clásica para recoger un conjunto de conceptos básicos, como el de esencia y existencia, acto y po­ tencia, sustancia y acciente, el ser y sus categorías. Su poder asimilador es ingente. Pero, al mismo tiempo, hay que afirmar que casi ninguna de estas nociones básicas mantiene intacto su contenido filosófico que es clarificado, modificado, completado o rectificado por nuestro pensador. Ello es debido a que el pensamiento clásico no llegó a total plenitud. Inserto en las cosas, no ha sido siempre fiel a su primera intención. Heidegger ha reclamado un retorno a los presocráticos. Zubiri no ha levantado esta bandera. Pero, per­ mítaseme afirmar que el ingenuo acercamiento de aquellos pensadores a la pbysis se halla más cerca de las preocupaciones de nuestro pensador que el alarde metafísico de Platón y de Aristóteles quienes, desde el logos universal y unlversalizante, creyeron poder comprender mejor lo que son las cosas. Es este alarde metafísico el que debemos enjuiciar ahora. No lo hace Zubiri. Pero desde su metafísica queremos hacer ver que el intento platónico-aris­ totélico constituyó una desviación que hizo declinar el pensar filosófico hacia sendas oscuras y sin salida. La tesis de Heidegger sobre el desviacionismo metafísico de Platón, con secuencia en Aristóteles y toda la metafísica clá­ sica, es mantenida, aunque desde distinto punto, por Zubiri. Es este un punto de suma gravedad. Centramos el problema en torno a la significación del logos como ins­ trumento de nuestro conocer. «Desde el logos a las cosas», dicen a una tanto Platón como Aristóteles. Pero, mientras el primero aleja al logos de lo singular y sensible para mejor salvar su valor universal y paradigmático, 5. M etaph., lib. I I (alfa micrón), 1, 993 b 30-31. 6. Cf. Sto. Tomás, De veritate, q. 1, a. 1-4; F. Suárez, D isputationes metaphysi- cae, V I II , sect. V II; P. Descoqs, In stitulion es m etaphyúcae generalis. I, 352-363.

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