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372 ENRIQUE RIVERA dure siempre la misma» 53. Parece que en este momento Aristóteles piensa tan sólo en el primer cielo que con su movimiento, que es eterno, pone en circulación todas las cosas del cosmos. Pero este movimiento eterno supone, a su vez, la existencia de un primer motor. De donde la afirmación subsiguiente. 3 ) Se da un primer motor que se mueve en cuanto deseable y cognosci­ ble. Este primer motor mueve necesariamente y mueve como amado. De él afirma que es necesariamente un ser, que es bello y que es principio del movimiento. Todos advertimos que Aristóteles está hablando de D io s 54. Estas tres afirmaciones hacen patente que el proceso racional de Aristó­ teles, para demostrar la existencia de Dios, ha consistido esencialmente en el tránsito de una necesidad cósmica, sensible e intramundana, a la necesidad de un ser transcendente y separado del cosmos. ¿Puede entrar Zubiri en diálogo con esta metafísica en su defensa de un Dios transcendente? Nos parece que no. Lo intentaremos hacer ver desde dos posturas muy claras en Zubiri: desde su interpretación de la realidad del cosmos y desde su interpretación de la realidad humana. La primera postura la ha dejado consignada Zubiri en un breve estudio, publicado en la Gran Enciclopedia del Mundo (Durván), bajo el epígrafe: Trascendencia y Física. Intenta en el mismo averiguar si la imagen que del universo físico se forma la ciencia actual reclama o conduce a admitir la existencia de una realidad propia en y por sí misma, distinta realmente del Universo y sin la cual éste no podría existir ni ser lo que es. Dos caracteres fundamentales posee el mundo para la ciencia actual. Es, en primer lugar, un sistema evolutivo. Es decir, no es algo hecho, sino algo que se está continuamente haciendo. Recordemos que esto lo afirma Zubiri en contraposición a la concepción griega de un cosmos que ignora toda cos- mogénesis. En segundo lugar, este universo es un sistema en expansión. Esta expansión acompaña al proceso evolutivo del universo, cuyo inicio se puede señalar entre los siete y los diez mil millones de años. ¿Prueba entonces la ciencia el origen temporal del mundo? Zubiri, muy cauto, afirma que lo único que hace la Física es retrotraernos a un estado inicial que no tiene nada que ver con el presente. Esto supuesto, surge el problema de la transcendencia desde el mismo corazón de esta imagen. ¿Re­ posa sobre sí mismo este universo? Nuestro filósofo responde categórica­ mente que no. Luego hay que remitirse a una realidad trans-física. Y como no cabe regreso al infinito, es necesario llegar a una realidad esencialmente existente, fundamento radical u originario de la evolución expansiva del cos­ mos. Esta realidad transcendente es Dios, fundamento de la causalidad de 53. Metapb., lib. X II (A ), 6 , 1072 a 10. 54. Metapb., lib. X II (A )- 7, 1072 b 3.

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