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DIALOGO DE X. ZUBIRI CON LA METAFISICA CLASICA 371 cación alguna como proceso humano. Zubiri, por el contrario, la justifica plenamente. Para él, más que paradigma, la historia es proyecto, en el que se realizan las inmensas posibilidades que nos ofrece la altura de los tiem­ pos para crear otras nuevas. Pues la historia es el perenne hacerse del hombre en una plenitud siempre ulterior. b) El problema de Dios Sobre este tema tan decisivo en toda metafísica quiero limitarme a un cotejo de textos. Ellos harán ver el contraste que se da entre Zubiri y la metafísica clásica que en esta ocasión quiero centrar exclusivamente en A ris­ tóteles. Consciente o inconscientemente, pocas veces los escolásticos se han alejado más del filósofo de Estagira. Es cierto que Sto. Tomás en modo alguno quiere romper amarras, aunque de hecho las rompa. Su teoría de la contingencia no tiene nada que ver con el férreo necesitarismo de Aristó­ teles, el cual no ofrece resquicio alguno para la misma. Otros metafísicos escolásticos, como san Buenaventura y Duns Escoto toman sendas muy ale­ jadas de la filosofía aristotélica. A Zubiri, que simpatiza con estos doctores no le ha sido difícil entablar diálogo con ellos. Cuando, pues, negamos posibilidad de diálogo entre Zubiri y la metafísica clásica, hacemos referencia tan sólo a Aristóteles. Analicemos ahora los textos sobre los que se ha de centrar nuestra refle­ xión. Los hallamos en el libro X I I (L ) de la Metafísica de Aristóteles, capí­ tulos V I y V I I . Tres afirmaciones de suma gravedad, referentes a nuestro tema, constatamos en estos captíulos: 1) Frente al caos, la noche, el no ser,propuestos por la mitología (por los teólogos, dice Aristóteles) como origen de las cosas, y frente a su mismo maestro Platón, que optó por una materia informe antes de que el Demiurgo iniciara su acción, el Estagirita afirma rotundamente: «Si es verdad que el acto es anterior a la potencia, entonces el caos y la noche no pudieron existir durante un tiempo infinito, sino que las cosas fueron siempre las mismas, sea que ello se explique por recurrencias periódicas o por otra cual­ quiera manera de concebir las cosas»51. Su fórmula lapídea es ésta: «Siempre lo mismo». Esto nos dice que el cosmos tiene en sí una consistencia nece­ saria en su totalidad. Con más reiteración lo afirma Aristóteles de la physis. Ya hemos hablado de la plena autonomía de ésta en la concepción aristótalica que ahora éste reafirma desde la pura necesidad cósmica 52. 2) Este cosmos se halla siempre en movimiento circular, que es el mo­ vimiento perfecto, o como el mismo Aristóteles afirma, «si la recurrencia de las cosas es siempre igual, es necesario que exista un ser cuya acción per­ 51. Melapb., lib. X II (/\), 6 , 1072 a 8 . 52. Nos remitimos a lo indicado en la nota 40.

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