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DIALOGO DE X. ZUBIRI CON LA METAFISICA CLASICA 367 lo que terminamos de ver en su diálogo permanente con la metafísica clásica. Pero llega un momento en que la discrepancia entre Zubiri y la metafísica clásica en torno a problemas fundamentales es tal que el diálogo viene a hacerse imposible. En su deseo de no romper amarras sigue citando a dichas metafísicas. Pero vamos a ver que, en dos puntos claves, el tema de la historia y el problema de D ios, no hay posibilidad de que entable un diálogo inicial. Tan dispares son los distintos puntos de vista. a) El tema de la historia Es ya lugar común hablar de la concepción cíclica de la historia en la metafísica clásica, desconocedora del progreso humano dentro de la misma. La raíz de esta deficiencia innegable la halla R. G . Collingbood en el suhstan- cialismo, sistema metafísico cuya categoría fundamental es la de sustancia. «Ahora bien, comenta este filósofo de la historia; una metafísica sustancia- lista implica un teoría del conocimiento según la cual sólo lo inmutable es cognoscible. Pero lo inmutable no es histórico... Por lo tanto, el intento de pensar dentro del orden de lo histórico y de pensar en términos de sustancia son incompatibles» 39. Toda la argumentación de Collingbood contra esta concepción clásica de la historia sigue el camino reprochado por Zubiri a dicha metafísica, por subrayar ésta el valor del logos universal frente a la realidad singular. Ante este logos, la historia pierde consistencia y hasta sentido. Por lo mismo, al intentar Zubiri valorar la historia, no ha podido entablar diálogo con dicho logos. Todavía empeora la situación si nos enfrentamos con el problema del cosmos. E l cosmos aristotélico es, por definición, orden y armonía. Y gira todo él en torno al concepto de physis. Ahora bien, tres son las notas pecu­ liares de esta physis: la autosuficiencia, el fixismo y la teleología10. E llo motiva el que todo en este cosmos se halla ordenado y prefijado. Aquí nadie ni nada puede tomar la menor iniciativa. Los cielos giran eternamente en movimiento circular, que es el movimiento perfecto. Las especies del mundo sublunar son igualmente eternas y a los individuos no les resta más que ir reproduciendo el diseño de la especie del modo más perfecto, según el opti­ mismo finalista que preside y dirige todos los movimientos de la physis. Es necesario pensar que en este mundo sin fisuras, sin tensiones, no hay lugar apara la historia. .Ni tampoco lo hay para la libertad, gozne en torno al cual gira la historia. Cuando en el siglo x m surge el determinismo cós­ 39. Idea de la historia, trad. O ’Gorman, México 1952, 32-33. 40. He desarrollado este tema con la bibliografía pertinente en mi estudio, Physis- Diatheke. Naturaleza e historia en el pensamiento bíblico y aristotélico, en Naturaleza y Gracia 18 (1971) 343-365.

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