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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 339 libertad es, en efecto, libertad limitada por el prójimo. Sólo que esta limi­ tación, que no representa ninguna limitación interna, no suprime nuestra libertad, puesto que somos nosotros mismos los que, al querernos libres en un mundo habitado originariamente por los otros, nos escogemos como liber­ tad limitada por la libertad de nuestro prójimo. La libertad humana tiene, pues, límites. Y , no obstante, es libertad absoluta, en el sentido de que no «encuentra» nunca sus límites, sino que los elige. En cuanto autoelección de finitud, nuestra libertad es absolutez y finitud al mismo tiempo. Así puede escribir Sartre que: «La libertad es total e infinita, lo que no quiere decir que no tenga /imites, sino que no los encuentra nunca. Los únicos límites con los que la libertad tropieza a cada instante son aquellos que se impone a sí misma» 161. Como resultado central de las consideraciones precedentes, que han apun­ tado principalmente a pensar de manera conjunta la absolutez y la finitud de la libertad humana, es decir, a poner de manifiesto el juego combinatorio entre el proyecto libre y la facticidad, podemos retener lo siguiente: las determinaciones, cualesquiera que sean, no sofocan nuestra libertad. Ni ese lugar determinado en el que afloramos en el mundo, ni el pasado, ni nuestro mundo entorno, ni tampoco, como acabamos de ver, la existencia del pró­ jimo, pueden suprimir nuestra libertad. Pues, aun cuando es cierto que la libertad no crea estas determinaciones, es ella la que las «realiza», incorpo­ rándolas libremente a su proyecto o, si se prefiere, dándolas un sentido a la luz de las metas libremente trazadas. Con lo cual cree Sartre haber dado cuenta, por una parte, del peso propio de la facticidad, pues ésta ha sido explicada como esa contingencia de la cual la libertad no puede prescindir para realizarse como tal; y al mismo tiempo, por otra parte, de la absolutez de la libertad humana, ya que ésta se nos ha manifestado como aquello que hace que «haya» para nosotros esa facticidad. Libertad y facticidad, tales son los elementos constituyentes de toda situa­ ción, y es por ello que Sartre entiende la situación como esa totalidad orga­ nizada que define al ser humano «dando cuenta a la vez de su ser-ahí y de su ser-más- allá. La realidad humana es, en efecto, el ser que es siempre más allá de su ser-ahí. Y la situación es la totalidad organizada del ser-ahí inter­ pretado y vivido en y por el ser-más-allá» ,62. Sartre es totalmente consecuente con esta concepción de la situación cuando declara que no hay situación privilegiada. No hay situación, por muy miserable y agobiante que sea, en la que la libertad pudiera ser aplas­ tada por el peso sojuzgante de la facticidad que ella constituye en cuanto tal. Ni tampoco situación «favorable» en la que el hombre se experimentase 161. EN, 614-615. 162. EN, 634.

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