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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 337 otro exista para mí como subjetividad reconocida si no asumo libremente mi ser cosificado o ser-objeto para el otro. No obstante, Sartre, que parece haber presentido que la figura de su argumentación puede muy bien ser oca­ sión para levantar tal sospecha, se defiende contra ella y dice expresamente que «no hay círculo: sino que por la Ubre asunción de ese ser-alienado que experimento, hago repentinamente que la trascendencia del otro exista para mí en cuanto tal» 157. Y es que, para Sartre, lo que no podemos hacer es trazar una distinción entre el proyecto libre de reconocer al otro y la libre asunción de nuestro ser cosificado por los otros. En su opinión, hay que decir más bien que el reconocimiento del otro es, al mismo tiempo, asunción libre de nuestro ser- para-otro. O también, a la inversa, que asumiendo mi ser-alienado por los otros, experimento simultáneamente que el otro existe para mí como tras­ cendencia. Así pues, mi reconocimiento del otro no se puede separar del acto por el cual asumo libremente mi ser para el otro. Vemos, por tanto, que la argumentación de Sartre apunta, en último término, a mostrar que la ley de la libertad humana, o sea, el hecho de que no puede existir sino eligiéndose, sigue siendo válida frente a este momento de la facticidad de nuestra existencia en el mundo, y que, por consiguiente, puede ser aplicada también en este contexto. La aplicación de la ley de la libertad a este momento fáctico no puede entenderse, sin embargo, como si se tratase ahora de hacer valer que el ser humano pudiese elegir ser para los otros. De ninguna manera. Investigaciones precedentes sobre esta problemáctia nos enseñaron que el ser-para-otro es esa dimensión de ser que somos sin haber escogido. E l ser humano tiene que contar con este momento fáctico, pero él es, a la vez, quien tiene que dar cuenta de este momento. Con otras palabras, al hombre no le es dado el elegir ser frente y entre los otros, pero él no puede experimentarse como siendo eso que él es para los demás sino escogiéndose tal como aparece a los otros: « ...n o elijo ser para el otro lo que soy, pero no puedo intentar ser para mí lo que soy para el otro sino eligiéndome tal como aparezca al otro, es decir, por una asunción electiva» l58. A la luz de las consideraciones anteriores resulta evidente que las deter­ minaciones que se me imponen por mediación de los otros, aparecen para mí como una limitación objetiva de mi situación sólo cuando las asumo libremente, o sea, sólo cuando las inserto en el cuadro de mi libre elección de ser. Lo cual no quiere decir otra cosa sino que estas determinaciones se me revelan con la significación que mi libertad les confiere, al considerarlas a la luz de las metas libremente esbozadas por ella misma. Que con ello estas determinaciones o características no pierden su carácter de limitaciones, 157. EN, 609-610. 158. EN, 612.

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