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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 335 que somos una trascendencia que existe para otra trascendencia y que, por consiguiente, puede ser degradada en cualquier momento a una simple trascendencia trascendida. Nuestro sobrepasamiento puede ser a su vez sobre­ pasado por la libre trascendencia del otro. En este sentido, podemos decir entonces que, por y para el proyecto libre de nuestros semejantes, nuestro ser-en-situación es recelado como una parte de la facticidad que ellos sobre­ pasan libremente hacia sus fines propios. Esto significa, además, que, para nosotros, el aflorar como libertad en un mundo habitado por los otros que también son su libertad es, en primera línea, existir como una libertad que es alienable. La posibilidad de la alienación es así una característica esencial de nues­ tro ser-libre-en-situación. Y no somos libres para despojarnos de esta carac­ terística, pues somos nuestra libertad en una situación que necesariamente es también para y frente a otras libertades. En este hecho de que la libertad es siempre libertad frente a otras libertades que la aprehenden libremente a la luz de sus propios proyectos, radica lo que en el lenguaje sartreano se denomina como la finitud externa de la libertad del hombre, y que se diferencia de la finitud interna de la misma, o sea, del hecho de su no poder no ser libre, en que no representa, como ésta última, una determinación de la libertad por sí misma, sino una limitación que no está en la libertad misma. Y precisamente por esta razón, nuestra libertad no sucumbe ante la alienación de la situación. Pero tratemos de explicitar más detenidamente este último punto. Conviene, en primer lugar, precisar la significación de la alienación de la situación. Según Sartre, la alienación representa una característica esencial de toda situación, y ya sabemos que esta característica no puede ser borrada, pues se funda en la constitución ontològica de nuestra existencia. En cuanto que no somos una subjetividad sin mundo, sino que, por el contrario, somos un ser-en-el-mundo, existimos nuestra libertad en una situación en la que siempre y necesariamente tenemos que contar con el otro. Por ello, la alie­ nación es una dimensión que no podemos quitarle a nuestro ser-libre-en- situación; a no ser que nos pudiésemos concebir como no siendo en situación, lo cual es, en la filosofía de Sartre, sencillamente imposible. Pero, ¿cuál es el sentido justo de la alienación de la situación? Su de­ signación como característica esencial, ¿nos autorizará quizá a interpretarla como una propiedad o cualidad perteneciente, por así decirlo, a la naturaleza del ser-en-situación de la libertad? De ninguna manera. Sartre, que con­ sidera, por lo demás, inadmisible el hablar de naturaleza en la esfera de la libertad, advierte expresamente que la pecularidad de la alienación de la situación reside en que «no aparece en el curso de la temporalización; no la encuentro jamás en la situación y no es, por consiguiente, dada jamás a

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