PS_NyG_1978v025n002p0271_0350

332 RAUL FORNET BETANCOURT esclarezca el futuro. Lo cierto es, según Sartre, justamente lo contrario. ¿Por qué? Para nuestro filósofo, porque «lo que es, es carencia y, por consi­ guiente, no puede ser conocido como tal sino a partir de aquello de lo que 150 carece» . Para que un prisionero pueda experimentar su situación dada de estar en la cárcel como carencia de libertad de movimiento, por ejemplo, es pre­ ciso que se haya anticipado hacia lo que todavía no es, que se haya aprehen­ dido como hombre moviéndose libremente por las calles de la ciudad. Sin esta posibilidad de separarse, de ponerse más allá de su ser-cautivo, no podría constatar la falta de libertad de movimiento en su situación actual. Por el sobrepasamiento de la situación dada es por lo que ésta se revela al prisionero como lo que es, a saber, como carencia de. Pero, por otra parte, este sobrepasamiento necesita, para realizarse, de lo ya existente como de aquello que debe ser sobrepasado. Así puede afirmar Sartre que: «Se ve cómo, a la vez, el pasado es indispensable para la elec­ ción del porvenir, a título de 'aquello que debe ser cambiado’, cómo, por consiguiente, ningún sobrepasamiento libre se podría hacer sino a partir de un pasado — y cómo, por otra parte, esta naturaleza misma de pasado llega al pasado por la elección de un futuro» 151. En cuanto que es indispensable al futuro como 'aquello que debe ser cambiado’, resulta relativamente fácil de comprender que el pasado es incor­ porado en nuestro proyecto. E l pasado no es simplemente lo que ya no existe. Nuestro pasado nos acompaña siempre, nos persigue; permanece pre­ sente en nosotros, y, por cierto, en el sentido de aquello que tenemos que ser. Pero, a la vez, para que podamos comprender el pasado como eso que tenemos que ser, es preciso que nos hayamos proyectado hacia una meta. O sea, que nuestro pasado nos aparece sólo a la luz de nuestro proyecto. Y se comprende por sí mismo que, justo en razón de este no poder prescindir del proyecto para aparecer en cuanto tal, el pasado se nos manifestará en esta o aquella otra forma, según sea la meta trazada a cuya luz lo considera­ mos. E l pasado recibe así su significación en y por el proyecto. Sobre la base de lo anteriormente dicho, podemos intentar precisar la esencia del pasado. Es cierto que el pasado, en cuanto datum o factum, es inmodificable. La enfermedad que he padecido en mi niñez es, en cuanto tal, un hecho inmutable. Pero el sentido, la significación de esa enfermedad pasada para mí y los demás no está prefijada de antemano. Por el contrario, la significación de mi pasado depende únicamente de la elececión de mí mismo: « ...e l proyecto fundamental que soy decide absolutamente de la sig­ nificación que puede tener para mí y para los otros el pasado que tengo 150. EN, 578. 151. EN, 578.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz