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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 327 en poner lo dado fuera de juego. De ninguna manera, Sartre no invierte simplemente la objeción del sentido común. La libertad, tal como pretende Sartre entenderla, no es ningún poder indeterminado al que las cosas estén entregadas completa y absolutamente. Ser libre no significa eliminar lo dado. Una libertad que se quisiese afirmar sin tener en consideración lo dado, no pasaría de ser una simple ficción. La libertad no es deseo, sino proyecto hacia una meta libremente escogida y que debe ser realizada. Y esta realización no puede prescindir de lo dado. Por el contrario, el fin, precisamente porque por su posición planteamos lo dado en un orden no existente todavía, reclama la modificación de lo dado como la condición in­ dispensable para su cumplimiento. Vemos, pues, que la libertad, en lugar de anular la resistencia de las cosas, requiere más bien esta resistencia como el fondo — revelado por ella misma, naturalmente— sobre y a partir del cual se hace posible su reali­ zación. Ahora podemos quizá comprender cabalmente el sentido de esta afir­ mación de Sartre: « ...la s resistencias que la libertad descubre en lo exis­ tente, lejos de ser un peligro para la libertad, no hacen sino permitirle surgir como libertad. No puede haber para-sí libre sino como comprometido en un mundo resistente» 139. En cuanto que la libertad, mediante la proyección de una meta, esclarece lo existente desde la perspectiva de lo todavía no existente, y promueve así una nueva conexión entre lo existente, es claro que su realización no se podría consumar si faltase lo existente. Podemos decir, por tanto, que la libertad para emerger y experimentarse como libertad, supone lo dado, lo existente. Sin embargo, esta afirmación debe ser precisada, pues no debemos entenderla en el sentido de que lo dado sea la causa de la libertad. Una interpretación semejante sería un error monumental, puesto que en el terreno de lo dado, del ser repleto de sí mismo no hay libertad, sino causalidad. Lo dado tampoco podría ser interpretado como razón de la libertad, pues la libertad está más allá de toda razón y de todo fundamento. Es por ella, por el hombre que se proyecta, por lo que hay razones y fundamentos. Igualmente insensato sería considerar lo dado como la condición necesaria de la libertad, pues el mismo existente en-sí es contingencia pura 14°. ¿En qué sentido tendremos que interpretar entonces la afirmación de que la libertad, en su mismo afloramiento originario, es relación a la ple­ nitud del ser? ¿En qué sentido podremos decir que la existencia de la libertad supone lo dado con su coeficiente de adversidad? Exactamente en aquel mismo sentido en el que el para-sí suponía el ser entero para emerger en medio de la masividad del en-sí como una nada de ser. La libertad, que 139. EN, 563. 140. Cf. EN, 567.

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