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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 325 su posibilidad perpetua de devenir un más acá preterizado para un más allá que seré» 137. Porque se elige en absoluta libertad, porque es absolutamente responsa­ ble de su elección, el para-sí es siempre consciente de que su elección es revocable en cualquier momento. Nuestra elección no es una decisión defi­ nitiva, un proyecto que valga como inmodificable, como fijo para toda nues­ tra vida. Por el contrario, vivimos nuestra elección como algo perpetuamente modificable; es decir, que somos conscientes de que nuestra elección está constantemente amenazada por nuestra libertad, que podemos nihilizarla en cualquier momento; o, expresado con otras palabras, que podemos prete- rizar nuestra elección actual eligiéndonos otro distinto del que somos. Así, por consiguiente, nuestra elección es roída por la libertad que somos. «Ma liberté ronge ma liberté» 138, afirma Sartre, y nos parece que con esta fórmu­ la quiere resumir la idea de que la libertad humana implica la necesidad de renovar continuamente su elección, de elegirse constantemente de nuevo. Por las reflexiones precedentes Sartre ha pretendido mostrarnos que ser libre, para la realidad humana, significa principalmente elegirse a sí misma. O sea, que el hombre es absoluta autodeterminación, que se realiza a sí mismo en y por su autónomo elegirse. Pero, ¿nuestra misma experiencia cotidiana no parece levantar una fuerte objeción contra esta tesis? ¿En nuestra vida diaria no parece, en efecto, que son las realidades dadas, las circunstancias, el mundo en suma, lo que determina nuestra elección, y no a la inversa? Mi nacionalidad, mi perte­ nencia a una determinada familia y clase social, mi posición en la sociedad y las obligaciones que de ahí se derivan, los imperativos con los que tropiezo día tras día: «entre por aquí», «salida aquí», «prohibido aparcar», «prohi­ bido fumar», etc., todos estos factores, ¿no son condicionamientos a los que me encuentro sometido y que aplastan mi libertad? ¿Cómo hablar de libertad, de autodeterminación, de elección autónoma en medio de tantas y tan va­ riadas limitaciones? Estas cuestiones llevan a Sartre a examinar la relación de la libertad con la facticidad, o, lo que es lo mismo, a determinar el sentido del ser-en- situación de la libertad. Intentemos, pues, explicitar este punto. Sartre comienza con el argumento que, al parecer, refuta definitivamente la tesis de que el hombre es absoluta autodeterminación: las cosas oponen resistencia. Y este coeficiente de adversidad de las cosas puede ser tan fuerte que, bajo su presión, el hombre puede verse obligado a modificar o a desistir incluso de su cometido. Para aquél que desea escalar una mon­ taña, por ejemplo, el calor, la contextura abrupta de la montaña, la cons­ 137. EN, 543. 138. EN, 560.

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