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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 321 ver más detenidamente la comprensión sartreana de esta original libertad on- tológica. Comencemos por investigar la estructura de la acción humana. E l aná­ lisis sartreano de la acción, conviene decirlo claramente desde el principio, no apunta al establecimiento de una nueva prueba de la libertad. Para Sartre la libertad es una evidencia; la evidencia de la autodeterminación y auto- rrealización del ser humano. Lo que quiere mostrar es cómo toda acción es expresión de esa libertad original que se confunde con el «ser» de la rea­ lidad humana. O sea, que se trata de mostrar que toda acción implica como su conditio sine qua non el acto fundamental y decisivo de la libertad, y que no es otro que el acto de la elección de sí mismo del para-sí. Sartre parte del convencimiento de que la acción es esencialmente in­ tencional. Con lo cual se descarta de antemano que la acción sea un simple movimiento. Que la acción es fundamentalmente intencional, quiere decir que, para actuar, es indispensable la proposición de un fin a alcanzar. Si no se persigue una meta, no hay acción. Así, para Sartre, el fumador que por mera torpeza y descuido causa una explosión no actúa, pues no tiene con­ ciencia ni de arrojar el cigarrillo ni de la explosión que se sigue de ello. Actúa, por el contrario, el trabajador que cumple la orden de dinamitar una cantera, porque es consciente de ejecutar una tarea determinada 12S. De acuerdo con esto vemos, pues, que la acción depende de un proyecto; es decir, que el elemento decisivo de la acción es la posición de la meta hacia la cual el hombre se trasciende. Dicho con otras palabras, la acción no está determinada por lo dado, por lo que ya es, sino precisamente por aquello que todavía no es. La condición posibilitante de la acción es la apre­ hensión de un fin no existente todavía. No lo realizado, sino aquello que está por realizar aún, es lo que determina la acción. Así escribe Sartre: « ...la acción implica necesariamente como su condición el reconocimiento de un 'desiderátum’, es decir, de una falta objetiva o también de una negati- vidad» 129. Sólo a la luz de ese 'desiderátum’, sólo desde la proyección de un estado ideal que es justo en la forma de no ser todavía, puede el hombre comprender y juzgar la situación actual de la cual es conciencia como una situación deficiente, insuficiente, insoportable, y convertirla de este modo en motivo de su acción. Con lo cual resulta evidente que, según Sartre, el estado de cosas pre­ sente no es lo que determina al hombre a concebirlo como deficiente o no. La situación actual en la que un hombre vive, es lo que es y, en cuanto tal, por sí misma no indica sobre ninguna situación mejor: no se revela como situación a nihilizar. La situación presente, por muy miserable que sea, aparece como intolerable sólo desde la perspectiva de la proyección del 128. Cf. EN, 508. 129. EN, 508,

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