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320 RAUL FORNET BETANCOURT Para Sartre, negatividad de la conciencia y libertad son dos términos sinónimos. Lo que quiere decir que no hay ninguna diferencia entre el ser- hombre y el ser-libre. E l «ser» del hombre es la libertad. Para la realidad humana, ser-libre no significa un estado que ella pueda padecer o no, una cualidad o propiedad que pueda poseer o no. La libertad es más bien la «materia», la «tela», el «elemento» del existente humano I2\ La libertad y el ser del hombre son una y la misma cosa. Pero si la libertad es el «ser» de la realidad humana, lo es precisamente porque ésta, en su afloramiento originario, es carencia de ser, y no plenitud de ser. O , dicho de otra ma­ nera, el hombre es libre en la exacta medida en que es ese existente sin­ gular cuyo modo de ser radica justamente en tener que ser su propia nada. Si, desde la perspectiva de un pensamiento cristiano, sólo Dios es total­ mente libre porque solamente E l es plenitud de ser, porque únicamente E l es plenamente sí-mismo, si Dios es absolutamente libre porque es el Ipsum Esse, así el para-sí sartreano es libre por todo lo contrario. Justo porque no es, porque tiene que ser su ser, por ello es el hombre libre 125. Donde hay plenitud de ser, coincidencia o identidad consigo mismo, no hay libertad: « ...la libertad coincide en su fondo con la nada que hay en el corazón del hombre. Porque la realidad humana no es suficientemente, por eso es libre; porque es arrancada perpetuamente de sí misma y porque lo que ha sido está separado por una nada de lo que ella es y de lo que será» 126. Desde esta perspectiva se explica que aquello que aparentemente podría ser tomado como el signo de la irremediable miseria e indigencia ontològica de la existencia humana: su emerger como carencia de ser, sea de hecho lo que configura su grandeza, pues ese poder de segregar una nada que la separa de la masa del ser y que la hace existir como un perpetuo arranca­ miento de sí misma es justamente lo que posibilita la equiparación de su «ser» con la libertad. Y la consecuencia fundamental de esta equivalencia del «ser» del hombre con la libertad es que el hombre no puede escoger ser libre, es decir, que no es libre para dejar de ser libre. O , como formula Sartre reiteradamente que estamos condenados a la libertad 127. Estas breves consideraciones bastan para poner en claro que la libertad representa, según Sartre, algo así como un ontologicum. Pero tratemos de 2 . LA LIBERTAD 124. Cf. EN, 514. 125. Cf. E. F re ijo Balsebre, L ibertad y personalidad en la antropología contem ­ poránea, en Salmanticensis 8 (1961) 81-134. 126. EN, 516. 127. Cf. EN, 515, 565, 591, 608, 612, 639.

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