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DOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA. 319 nar incluso la inevitabilidad del conflicto. Si una moral de la salvación es, en efecto, posible, el conflicto entre las conciencias individuales debe enton­ ces poder ser superado. Sólo que, desde los presupuestos de L’être et le néant, esta posibilidad no solamente aparece como irrealizable, sino incluso como contradictoria en sí misma. Cuando se lee, por ejemplo, un pasaje como el siguiente en el que Sartre desde la perspectiva abstracta del antagonismo insuperable del sujeto y del objeto, declara que «nosotros (el otro y yo, R .F .B .) no podemos nunca ponernos concretamente en un plano de igualdad, es decir, en el plano en el que el reconocimiento de la libertad del Otro entrañaría el reconocimiento por el Otro de nuestra libertad. E l Otro es por principio inasible: huye de mí cuando lo busco y me posee cuando huyo de él» l23, no se acierta a ver cómo Sartre podría dar una forma concreta y plena de sentido a esa moral de la liberación, sin caer en contradicción con la concepción indivi­ dualista del hombre que tan profundamente presenta en su primera gran obra filosófica. Sobre la base de L’être et le néant, apología glorificadora del hombre solitario, del individuo puro, desvinculado de la sociedad y de la historia, resulta imposible levantar una ética de la praxis política. Que, para el tiempo en que redactaba L’être et le néant , Sartre, a pesar de la experiencia de cautividad en el Stalag X I I D y de su colaboración en el grupo de resistencia intelectual «Socialisme et liberté», no había comprendido verdaderamente ni el sentido ni el peso de lo social, se muestra muy especialmente en la explicitación de esa dimension que, según él, es la que constituye la «esen­ cia» de la realidad humana, a saber, la libertad. A su estudio dedicamos el segundo apartado de este artículo. 123. EN, 479. Nos parece importante dejar constancia de que en su segunda gran obra filosófica — C ritique de la raison dialectique — Sartre ha introducido cam­ bios notables en la que respecta a la concepción del otro y de las relaciones inter humanas que expusiera en su ontología de 1943. Así, por ejemplo, explica Sartre en su C ritique de la raison dialectique cómo el momento alienante del ser-objeto para un otro-sujeto, no es el producto inmutable de un destino metafísico de la realidad humana, sino, más bien, el resultado histórico de una vida social atomizada y serial; y por eso precisamente puede este momento ser superado por medio de una nueva forma de existencia social en la que los hombres se convirtan en subjetividades trans­ parentes y se vean así afirmados y confirmados en sí mismos como subjetividades li­ bres. Esta nueva forma de existencia social la ve Sartre en el grupo que, fundado so­ bre el juram ento y entendido como comunidad de acción, suprime el ser-objeto como factor alienante, ya que en y por el grupo la objetividad de cada miembro aparece como objetividad para los demás, pero también para sí mismo. La objetividad alie­ nante se ve superada en una praxis plural que se asienta en la experiencia de un nosotros-sujeto que, ganado por el reconocimiento de una meta común, realiza la me­ diación de las subjetividades individuales,

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