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316 RAUL FORNET BETANCOURT Sartre dedica las reflexiones finales de este capítulo sobre las relaciones con los demás. Sartre no pasa por alto que en nuestra vida cotidiana, a pesar del con­ flicto, encontramos una serie de situaciones en las que nos descubrimos en comunidad con otros. La experiencia del ser-en-común es real e innegable. En múltiples situaciones de nuestra vida diaria hablamos, en efecto, de un «nosotros»; y es indudable que este «nosotros» se refiere a una pluralidad de sujetos que se aprehenden los unos a los otros como sujetos. « E l nosotros envuelve una pluralidad de subjetividades que se reconocen unas a las otras como subjetividades» 119. De acuerdo con esto se podría pensar quizá que la experiencia del «nosotros» nos descubre una relación de ser con el otro de un tipo completamente nuevo y que pone en cuestión toda la explanación precedente del conflicto como estructura fundamental de las re­ laciones con el prójimo. Pero, ¿es el «nosotros» un modo nuevo de experimentar nuestro ser- para-otro? De ninguna manera. Para Sartre el «nosotros» representa una simple modificación de nuestra experiencia original del otro a través del ser- para-otro. Es decir, que lejos de aparecer como una estructura ontològica del ser humano o como una suerte de conciencia intersubjetiva, el «nosotros» se basa en la dimensión de ser del ser-para-otro. La experiencia del «nosotros» es realizada por una conciencia particular y, para que esta conciencia pueda llegar a la experiencia del «nosotros», o sea, para aprehenderse comprometida en un «nosotros», es preciso «que las otras conciencias que entran en comu­ nidad con ella, le hayan sido dadas primeramente de alguna otra manera; es decir, a título de trascendencia-trascendente, o de trascendencia-trascendi­ da» 12°. Con lo cual se hace patente que la experiencia de la comunidad no representa ninguna superación del antagonismo del sujeto y del objeto. Per­ manece más bien sometida totalmente a este antagonismo. A continuación señala Sartre que la experiencia del «nosotros» se puede realizar de dos maneras: bien como «nosotros-objeto», bien como «nosotros- sujeto». Estas dos formas de la experiencia del «nosotros» muestran una estructura completamente diferente: a) E l «nosotros-objeto» corresponde con exactitud a la experiencia del para-sí que se siente mirado-por-el-otro. b) E l «nosotros-sujeto» corresponde, por el contrario, al momento del ser-mirante. Por razón de la correspondencia de estos dos modos de la experiencia del «nosotros» con las relaciones fundamentales del para-sí al otro — rela­ ciones que ya hemos estudiado— no nos parece necesario adentrarnos en la 119. EN, 484. 120. EN, 486.

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