PS_NyG_1978v025n002p0271_0350

308 RAUL FORNET BETANCOURT E l otro que me sale al encuentro originariamente es, para Sartre, justa­ mente este sujeto-otro: «...originariamente, el Otro es el No-yo-no-objeto»98. Pero, ¿cómo podré yo entonces negarlo? Que el otro es, por principio, el «No-yo-no-objeto» quiere decir que en su afloramiento original el otro no puede revelarse como aquél del cual niego ser él. De donde se sigue entonces que mi negación del otro no puede acontecer en forma directa; o sea, que mi negación no recae directa e inmediatamente sobre el otro. E l acceso al otro-sujeto lo consigo más bien a través de un rodeo o camino indirecto: mi negación del otro tiene que pasar por ese yo que el otro me otorga. Mi camino hacia el otro pasa, pues, por esa objetividad en la que el otro me constituye. «Lo que rehúso ser finalmente no puede ser sino ese rechazo de ser Yo por el que el otro me hace objeto; o, si se prefiere, yo rehúso mi Yo-rehusado; me determino como Mí-mismo por rechazo del Yo-rehusado» 99. Para poder definirme como no siendo el otro, para desprenderme de él o ser yo-mismo, tengo que reconocer necesariamente, por consiguiente, ese yo-objeto que el otro niega. Es cierto que, al rechazar, por mi parte, ese yo rechazado por el otro, me desprendo de él y lo pongo como un yo alie­ nado que, en cierta medida, abandono a la libertad del otro. Así me evado del otro. A l mismo tiempo, no obstante, reclamo, reconozco y asumo como mío ese yo objetivado y alienado por el otro. Este yo-objeto es, según Sartre, lo que me une al otro y, a la vez, aquello que me permite experimentar mi total separación de él: «...ese Yo alienado y rehusado es a la vez mi vínculo al otro y el símbolo de nuestra separación absoluta» l0°. Basándose en el hecho de que el otro, en cuanto espontaneidad libre como yo mismo, es también responsable de nuestra separación original, Sar­ tre señala que ese yo-objeto producido por la negación del otro representa aquel yo que puedo reivindicar como mío solamente en cuanto yo que me escapa. Ese mi yo-objeto pertenece propiamente al otro, pues es justamente eso que el otro, en su libre proyecto extático, se determina a no ser. Es en cuanto yo que huye de mí que reivindico ese yo como mío. Dicho en otros términos, yo soy mi yo-objeto justo en la medida en que él me es­ capa 101. Pero, precisamente por ello, porque lo soy y lo asumo en negación como mío, ese yo-objeto o mi ser-para-otro, no representa un mero producto de la imaginación del sujeto ajeno, sino que, por el contrario, representa un ser completamente real que es mi propio ser y, por cierto, en el particula­ rísimo sentido de «condición de mi ipseidad frente al otro» 102. Pero de esta recíproca negación interna, que representa la conexión de ser al otro, no se ha explicitado hasta ahora más que uno de sus momentos. 98. EN, 345. 99. EN, 345. 100. EN, 345. 101. Cf. EN, 346. 102. EN, 346.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz